¿Quién gobernará Bolivia a partir del 22 de enero?
(DW Noticias)
Este 22 de enero termina el mandato constitucional del Ejecutivo y el Legislativo bolivianos. ¿Cómo llegará el país hasta las elecciones, que tendrán lugar el 3 de mayo? DW conversó con dos politólogas bolivianas
Desde que asumió el poder el 22 de enero de 2006, Evo Morales ha rendido, ese día de cada año, un informe detallado de su gestión al pueblo de Bolivia. Desde 2010, la fecha fue declarada festiva como Día del Estado Plurinacional, si bien la nueva denominación de lo que antes fue una “República” se debe a la actual Constitución, promulgada el 7 de febrero de 2009.
Según la Constitución, este 22 de enero de 2020 termina el mandato del actual Gobierno boliviano; del Ejecutivo y del Legislativo. Será la primera vez en los últimos 14 años en que Evo Morales no estará presente. Aunque ha pensado en rendir informe por videoconferencia al país. Mientras, tramita su refugio en Argentina, tras renunciar el pasado 10 de noviembre a la Presidencia y pasar por México, denunciando un golpe de Estado y reclamando ser aún presidente constitucional, en tanto el parlamento no acepte su renuncia.
Anulados los comicios del 20 de octubre último, toca al Tribunal Constitucional (TCP), en la próxima semana, decidir si extiende el mandato de los actuales legisladores bolivianos y del Ejecutivo de la presidenta interina Jeanine Áñez –a quien respaldó, a falta de un aval parlamentario-. La ley para tal fin fue propuesta por el Senado, presidido por Eva Copa, una senadora del Movimiento al Socialismo (MAS).
Tres escenarios
Este 22 de enero se abre una nueva ventana de incertidumbre en Bolivia, advierte la politóloga boliviana Moira Zuazo, investigadora asociada de la Universidad Libre de Berlín: este día habrá fenecido el mandato del expresidente Morales y, por tanto, fenece también la base constitucional en la que se ancla la presidencia de transición de Añez. Los escenarios previsibles, en los que se mezclan la negociación política y la búsqueda de una respuesta legal a una situación constitucionalmente imprevista, son tres.
¿Qué el TCP prolongue el mandato de Añez y no el de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP)? Es poco probable, supone Zuazo. No tendría sentido en una situación que requiere del acuerdo político con el MAS, con mayoría absoluta de dos tercios en la ALP, ya que no hay una salida constitucional pautada, insiste.
Morales, sus tres abogados y unos 90 juristas y docentes universitarios extranjeros rechazan la ampliación de mandatos por el TCP. Exigen la retirada de Añez y la asunción de otra autoridad con legalidad vigente. Proponen a María Cristina Díaz, presidenta del Tribunal Supremo de Justicia.
Esto únicamente tendría sentido si el MAS cierra filas y decide ir solo por este camino, opina Zuazo. Es un escenario desestabilizador, advierte Ana Soliz Landivar, politóloga boliviana radicada en Hamburgo: es una apuesta más de Morales, en busca de coyunturas que le permitirían regresar a Bolivia, dice.
El tercer escenario, en el que el TCP extiende los mandatos de Añez y el de su contrapeso parlamentario hasta las elecciones de mayo, parece el de mayor interés, no solo para el MAS que está en el Parlamento, sino también para el conjunto del MAS que sigue viviendo en Bolivia, evalúa por su parte Zuazo.
Y ejemplifica esa conveniencia con la posibilidad de seguir legislando en materias como la que cubre la Ley de Cumplimiento de los Derechos Humanos. La norma, recién promovida por el masismo y ya aprobada en el Senado, ofrece resarcimiento a los afectados por la violencia de octubre y noviembre de 2019, y garantías de derechos a todos los bolivianos y extranjeros en el país. No obstante, entre los opositores al masismo, despierta el recelo de quienes temen que sirva para encubrir delitos de antiguas autoridades de gobierno.
Tres fuerzas del MAS
Al mismo tiempo, este panorama ofrece un nuevo espacio de posicionamiento para los distintos actores en la crisis política boliviana, entre los cuales, claramente, el actor más importante es el MAS, afirma Zuazo.
Esta politóloga boliviana radicada en Berlín distingue al menos tres fuerzas en pugna al interior del partido de Morales. Entre ellas, está ese MAS moderado, que sostiene el compromiso que ha permitido la transición. Sin esta fuerza, enfatiza, la presidencia de Añez no sería posible: ni el aval del TCP que la habilitó, ni la ley que llama a elecciones el próximo 3 de mayo, ni la propuesta de ley para extender los mandatos del Legislativo y del Ejecutivo actual hasta entonces, negociadas y presentadas por Añez con la masista Copa. Ese MAS, interesado en un orden democrático, tiene arraigo sobre todo en el Parlamento y en ciudades como la Paz, Cochabamba y Santa Cruz, asegura Zuazo.
Por otra parte, está el MAS radical, con apoyos, sobre todo, en el área rural boliviana, especialmente de los campesinos cocaleros del Chapare. Es el ala de la que provienen Morales y dirigentes cocaleros como Leonardo Loza o el posible candidato Andrónico Rodríguez; el ala que lamenta no haber formado antes milicias armadas del pueblo como en Venezuela, ilustra.
Y, por último, la experta boliviana habla de un MAS palaciego, en el que incluye al entorno cercano al presidente Morales: La gente que más tiene que perder, que está siendo enjuiciada, que está escapando u oculta.
El MAS radical, Añez y la oposición
De cara al 22 de enero, el ala radical del MAS, con gran capacidad de movilización, podría volcarse a la calle, algo con lo que el ala moderada tiene mucho que perder, advierte Zuazo. Y teme el retorno a la violencia de fines de 2019, frente un Gobierno débil y con otros sectores de la población boliviana, tanto seguidores como detractores del MAS, que podrían volver a movilizarse en tal contexto.
Pasado el 22 de enero, idealmente, masistas y detractores deberían dedicarse a garantizar nuevas elecciones, libres y limpias, con los mejores candidatos posibles. En ese camino, está por ver no solo quién será el candidato del MAS, y quiénes lo decidirán. Sino también, el rol y los movimientos que asume la otrora oposición, hoy oficialismo, que sigue sin encontrar un candidato único, señala Soliz.
Este Gobierno de transición excepcional, que probablemente tendrá una prórroga también excepcional, debería mantener la estabilidad y dejar de tomar grandes decisiones, ni de política interna, ni de política exterior, remarca esta investigadora boliviana de la Universidad de las Fuerzas Armadas alemanas en Hamburgo. Esas, recuerda, le corresponden al siguiente Gobierno democráticamente electo.