Por: Mauricio Flores

Con tintes de tragicomedia, “los años Trump” parecen llegar a su fin.

El Presidente del país más poderoso del mundo, Estados Unidos, enfrenta el COVID-19, enfermedad producida por el nuevo coronavirus sars cov 2, que tanta desatención le mereció aun cuando éste tomaba pronto perfiles de pandemia.

A escasos días de que el votante norteamericano escoja para su Presidente entre el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden, las encuestas favorecen al segundo y al primero le “llueven” un sinfín de críticas y denuncias, entre las que destaca la revelación sobre el pago de sus impuestos en los dos años recientes: la irrisoria suma de 750 dólares.

En Estados Unidos, “el país de Trump”, más de 7 y medio millones de contagiados, alrededor de 250 mil defunciones, el virus completó el desenmascaramiento de actores políticos como su mismo Presidente. Hombre surgido de los negocios y las finanzas, en el seno de una familia disfuncional, elegido hace cuatro años por millones de norteamericanos y al que en el cercano noviembre ellos mismos le dirán good bye.

No habrá sorpresas, parecen indicar las más recientes encuestas. O los relatos que desde las entrañas de lo privado y lo público nos muestran al verdadero Trump, “descarado y autodidacta negociador”, que cada mañana se conecta al Twitter para difundir medias verdades y mentiras completas. Tal el caso de Siempre demasiado y nunca suficiente, el libro de Mary Trump, sobrina del Presidente, dedicado a mostrar “cómo mi familia creó al hombre más peligroso del mundo”.

De distribución mundial y con récord de ventas, Siempre demasiado… es, curiosa, contradictoriamente, antes que nada un libro muy personal, casi íntimo. En el que la autora no tiene reserva por enseñar abundantes escenas familiares de otros años que, entretejidas con habilidad narrativa, vuelven al develamiento del infalible rostro del leitmotiv, Trump.

Un Trump que Mary rescata desde aquellas lejanas escenas del maltrato infantil para llegar al Trump del “atroz y posiblemente intencional mal manejo de la actual catástrofe”. A niveles impensables, como los boicots a las acciones del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, por el simple hecho de pertenecer al partido Demócrata y avanzar positivamente en el manejo de la pandemia.

Escribe Mary:

“La respuesta inicial de Donald al COVID-19 subraya su necesidad de minimizar la negativa a toda costa. El miedo, el equivalente a la debilidad de nuestra familia, es tan inaceptable para él ahora como lo era cuando tenía tres años. cuando Donald está en medio de grandes problemas, los superlativos ya no son suficientes: tanto la situación como sus reacciones a ella, deben ser únicas, aunque sean absurdas y sin sentido. Durante su mandato, ningún huracán ha sido tan húmedo como el huracán María. «Nadie podría haber predicho» una pandemia que su propio Departamento de Salud y Servicios Humanos estaba haciendo simulaciones solo unos meses antes de que COVID-19 golpeara en el Estado de Washington- ¿Por qué hace esto? Por miedo”.

Con cinco bancarrotas en su haber empresarial, el Trump que nos desnuda Mary es quien pondera historia en lugar de verdad. La que siempre habrá de sacrificar, “especialmente si una mentira hacía que la historia sonara mejor”. Por ello la permanente ocupación de “sus zonas de confort”, Twitter, Fox News, “echando la culpa desde lejos, protegido por un búnker tanto figurativo como literal”.

La monstruosidad de Trump, resume la autora, es la manifestación de “la misma debilidad dentro de él de la que ha estado huyendo toda su vida. Para él, nunca ha habido otra opción que ser positivo, proyectar fuerza, no importa cuán ilusorio sea, porque hacer cualquier otra cosa conlleva una sentencia de muerte”.

Ambientes en los que siempre se moverá con los conocidos tonos de grandilocuencia, cualquiera sea el tema que se aborde. “Lo más fantástico, lo mejor, lo más grande, lo más tremendo (dando a entender que él lo hizo así), hay que recordar que el hombre que habla sigue siendo, en esencia, el mismo niño pequeño que está desesperadamente preocupado de que él, como su hermano mayor, es inadecuado y que él también será destruido por su insuficiencia”.

Blancos vs. negros

Ni qué decir, abunda Mary, del comportamiento presidencial ante las recurrentes crisis de civilidad entre poblaciones blancas y negras, “los peores disturbios civiles desde el asesinato de Martin Luther King”.

“Esta es otra crisis en la que hubiera sido tan fácil para Donald triunfar, pero su ignorancia sobrepasa su capacidad para sacar ventaja de la tercera catástrofe nacional que ocurrió en su mandato. Una respuesta efectiva habría implicado un llamado a la unidad, pero Donald requiere división. Es la única forma que conoce para sobrevivir, mi abuelo se aseguró de ello hace décadas, cuando puso a sus hijos en contra de los demás”.

Estados Unidos, presto a darle el adiós definitivo a señor Trump, cerrará una de sus más oscuras etapas, la de “la misma positividad tóxica que mi abuelo desplegó específicamente para ahogar emocionalmente a su esposa enferma, atormentar a su hijo moribundo y dañar, más allá de posible curación, la psique de su hijo favorito, Donald J. Trump”.

Los intríngulis de esta historia de familia que el lector descubrirá, antepuesta la franqueza en extremo de su autora, en Siempre demasiado y nunca suficiente.

Mary L. Trump, Siempre demasiado y nunca suficiente, Urano, México, 2020, 224 pp.

@mauflos