Por: Mauricio Flores *
Aun cuando fuera publicado hace más de tres décadas, Frida. Una biografía de Frida Kahlo, de la norteamericana Hayden Herrera (1940), permanece como un acucioso mapa que al desplegarse muestra alma, cuerpo y obra de la gran pintora mexicana.
Profusamente editado en distintos sellos, circula ahora una nueva versión en Taurus, adicionado pertinentemente con prólogo de Valeria Luiselli. Acierto por partida doble que constata la vigencia de la llamada fridomanía y la “explica” desde la actualidad.
La cabrona insolente…, la artista discapacitada…, el símbolo del feminismo radical…, la víctima de Diego…, el icono chic… —enumera Luiselli—, Frida Kahlo se perfila en el libro como una mujer de carne y hueso que pronto se convirtió en leyenda. Historia que permanece y se reinterpreta constantemente. Frida… es también una perspectiva a la historia cultural del México de mediados del siglo veinte.
“Bolsas con la cara de Frida, llaveros de Frida, camisetas de Frida. Y ahora —abunda la prologuista—, también, una nueva muñeca Barbie inspirada en Frida (sin uniceja). Frida Kahlo se ha sometido al escrutinio mundial y a la explotación comercial. Se la han apropiado curadores de arte, historiadores, artistas, actores, activistas, consulados mexicanos, museos e incluso Madonna”.
¿Qué realizó la artista para alcanzar estos niveles de trascendencia? ¿Qué vivió para ser volteada a ver constantemente? ¿Qué significados se construyeron en torno suyo?
“A Frida —escribe Herrera— le hubieran gustado los múltiples recuerdos que dejó. De hecho, ella fue una de las creadoras de su fabulosa leyenda, y como era tan complicada y tan intricadamente consciente de sí misma, su mito está lleno de tangentes, ambigüedades y contradicciones. Por eso un vacila a la hora de revelar los aspectos de su realidad que podrían socavar la imagen que ella creó de sí misma. Sin embargo, la verdad no disipa el mito. Aun después de escudriñarla, la historia de Frida Kahlo sigue siendo tan extraordinaria como es la fábula”.
Pues sí, de verdades documentalmente probadas está conformado este célebre, añejo y fresco Frida…, originalmente publicado en inglés en 1983. Obra dividida en seis partes, veinticinco capítulos redondos, que ahora se acompañan de una extensa bibliografía, lista de ilustraciones y un utilísimo índice de nombres.
¿Dónde detenernos en esta vasto Frida…?
Su nacimiento en la casa familiar (Azul, en la calle de Londres, Coyoacán). O en su paso por la Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso. En el conocido accidente que la artista sufrió en un tranvía a su paso por el Centro Histórico de la ciudad de México. O durante sus viajes a Nueva York y París. En sus arrebatos amorosos y los celos a su marido, el gran Diego Rivera. O en el medio centenar de cuadros pintados, en su mayoría retratos autobiográficos. En el pasaje de su muerte, a la que pareció darle la bienvenida, días antes del arribo, con las pinceladas VIVA LA VIDA.
Cerca del final
En el diario que la pintora tenía, se leen unas últimas palabras que a varios les han hecho suponer un posible suicidio: espero alegre la salida… y espero no volver jamás… Frida. “No obstante —escribe Herrera—, como causa de su muerte, la cual ocurrió en marte, el 13 de julio de1954, se nombró <embolia pulmonar>”. En su vasta investigación, la biógrafa incluye el testimonio del momento de parte de Rivera.
“Me senté en su cama hasta las dos y media de la mañana. A las cuatro se quejó de un agudo dolor. Cuando el doctor llegó, al romper el alba, descubrió que había muerto poco antes de una embolia pulmonar.
Cuando entré en el cuarto para verla, su rostro se veía tranquilo y más hermoso que nunca. La noche anterior me había dado un anillo que me había comprado de regalo por nuestros veinticinco años de casados, para cuyo aniversario faltaban todavía diecisiete días. Le pregunté por qué me lo daba tan anticipadamente y me respondió:
—Porque siento que te voy a dejar muy pronto.
Pero aunque sabía que se iba a morir, debe de haber estado luchando por la vida. De otro modo, ¿por qué habría de haberse visto obligada la muerte a sorprenderla robándole el aliento mientras dormía?”:
Tres días después, el cadáver de Frida fue conducido al horno crematorio. Rivera, ¨con los brazos en alto levantando los puños”, y una congregación de amigos, cantaron la Internacional, el Himno nacional, El joven guardia y otras canciones políticas.
“Era ya demasiado tarde —escribiría Rivera—, pero me daba cuenta de que lo más maravilloso de mi vida había sido mi amor a Frida”.
Una semana antes Frida Kahlo había cumplido 47 años.
Hayden Herrera, Frida, Una biografía de Frida Kahlo, Prólogo de Valeria Luiselli, Taurus, México, 2020, 622 pp.
* @mauflos