Mussolini y el nacimiento del fascismo
Mauricio Flores
Podría haber estado en México o, al menos, influir en sus ambientes, allá por los años 30 del siglo pasado, en vísperas de una de las fechas más cruciales de su posterior actuación en el mundo, cuando se encontró con Hitler, ese gritón ridículo.
Pero no fue así, Mussolini jamás llegó hasta acá, sí en cambio Margherita Sarfartti, quien fuera una de sus acompañantes más fieles en los tiempos de la fundación y el crecimiento del movimiento fascista.
El dato nos lo revela el libro del argentino Marcos Aguinis (1935), La amante del populismo, armado a partir del vasto conocimiento sobre la bibliografía existente acerca del italiano, y especialmente de las obras que la misma Sarfartti (1880-1961) pergeñó durante años.
Aunque no una biografía más ni un nuevo ensayo acerca del personaje en la historia, sin duda estamos ante una semblanza personalísima del que soñaba con reconstruir el antiguo Imperio Romano.
Reportaje, historia, entrevista y más contiene La amante del populismo, recorrido que ofrece un Mussolini de entraña y piel, desde la vulgaridad de su origen hasta su encubrimiento mesiánico.
Los peores años del mundo del siglo XX, sin duda, y de la misma Italia, ambas zambullidas en los pozos del infierno, bien apuntalados el orden, la jerarquía y la disciplina, considerados embrujos de vida por el dictador.
A manera de entrevista puntual, muy periodística, este nuevo libro de Aguinis (novelista consumado, el primer argentino en obtener el Premio Planeta, de posiciones políticas controvertidas) recuerda también el origen del nombre propio del Duce, Benito, en honor al mexicano Benito Juárez que fusiló al emperador Maximiliano.
Un Benito bautizado en la religión católica pese al fanatismo anticlerical del padre, inicio de las contradicciones que jalonaron su vida y que hasta hoy caracterizan al populismo.
Sarfartti, habrá que recordar, se ligó sentimentalmente a Mussolini aun siendo una acaudalada italiana, de origen judío y casada, muy cerca de él lo mismo en vida, ayudándolo a confeccionar el ideario fascista, que en muerte, al asumirse como su biógrafa. No le quepa duda, le refiere en hipotético dialogo a Aguinis, recuerdo con dolor que impulsé el nacimiento del fascismo, esa serpiente que ahora nutre los populismos de diferentes colores y dogmas.
Y sí, La amante del populismo no olvida la unión del fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán, incluida la conversión del Duce al racismo nazi. Benito, que parecía el más pícaro, dice la voz de Sarfartti, se abrazó a Hitler y se hundió con él. Entregado a su reciente aliado, el Duce no tuvo la fuerza necesaria para reconocer que estaba frente a un loco. Quería ser tan omnipotente como él.
Con Diego y Frida
¿El fascismo en México…?, cuando Sarfartti hace un recuento de sus viajes por América (la Cuba de Fulgencio Batista, los Estados Unidos de Roosevelt…) en su calidad de enviada del dirigente italiano. Donde fui acompañada por el célebre muralista Diego Rivera y su esposa Frida Kahlo (…). Rivera se interesó por el increíble éxito del fascismo y me confesó que seguía siendo trotskista. Su mentalidad revolucionaria lo indujo a pintar un mural donde dejaba mal a los fascistas. Lo miré asombrada, pero era cierto. En ese mural aparecían Camisas Negras fusilando a quienes se ponían a Mussolini. Le expresé mi desagrado, pero continuamos conversando. Le aseguré que podría encontrar buen asilo en Italia cuando fuese expulsado del resto del mundo. Su corpulento físico rio con fuerza, me consideró una bromista.
Con Frida, siempre su voz desde La amante del populismo, Sarfartti tendría un par de encuentros para hablar de la igualdad con el varón, que era urgente conseguir. Parecía una batalla que costaría mucho. El feminismo era una lucha incipiente y Benito se había convertido en un enemigo feroz. Así pensaba desde joven y la tendencia creció en lugar de disminuir. Horrible: las mujeres solo servían para el placer y la demografía.
Marcos Aguinis, La amante del populismo, Plaza & Janés, México, 2022, 288 pp.
@mauflos