“El gesticulador”, la fuerza de una dramaturgia

Por Mauricio Flores

A Rodolfo Usigli (1905-1979) puede considerársele el pionero de la narrativa policiaca mexicana, y es que, en el lejano 1944, publicó una gran novela, Ensayo de un crimen, que permanece actual resultado de su forma y fondo. Un gran lector, Luis Buñuel, supo de sus atributos y, una década después, la llevó al cine imprimiéndole una maestría más, la suya.

También diplomático (ejemplo de cómo un régimen político en consolidación aspiraba proyectarse internacionalmente llamando a su servicio en el extranjero a reconocidos artistas e intelectuales), Usigli escribió poesía y, profusamente, teatro. Es en este género donde consigue una mantenida notoriedad.

Medio centenar de obras de teatro habrá escrito Usigli, la más conocida, El gesticulador, que data del mismo año que Ensayo…, si bien pensada años antes, de acuerdo a su mismo autor, y puesta en escena primeramente en el Palacio de Bellas Artes hacia 1947. Dramaturgia (la verdad es que no se recuerdan grandes puestas escénicas de la misma, además de una película tampoco exitosa) digamos que olvidada.

Ahora circula El gesticulador, edición del Fondo de Cultura Económica en su colección popular, recuperada de su Teatro completo (cinco volúmenes) y con breve noticia del propio escritor, firmada en 1972, donde reconoce raigambre ibseniana e, igualmente axiomático, anota que sigue esperando todavía el reconocimiento de los grandes escenarios del mundo.

Imaginada en los años en que nuestro país debatía el problema psicológico del mexicano, El gesticulador (el que hace gestos, define el diccionario) es una pieza en tres actos que cuenta una pequeña historia en el marco del decaimiento de los llamados caudillos militares de nuestra Revolución Mexicana. Años en los que su influencia, en paralelo de su competencia muchas veces cruenta, comienza dar paso a nuevas reglas y a la preminencia del régimen de partido único.

En la pieza teatral, una docena de personajes giran en tono a la verdadera personalidad del profesor César Rubio y sus aspiraciones por una nueva vida, mediante el paso de la metrópoli a la provincia. El gesticulador es además una fotografía de los mecanismos de las sucesiones electorales del sistema político mexicano.

La riqueza de la obra, la exposición casi anatómico-psicológica de sus personajes, el núcleo familiar de Rubio, sus más allegados comparsas políticos y hasta un académico norteamericano que sabe de la existencia (ausencia) de Ambrose Bierce, célebre testigo del villismo y autor de Devil´s Dictionary, alude tópicos como el de la relación padre-hijo y las incontrolables ambiciones de poder.

E incluso la sugerencia de un determinado machismo, recuérdese, es una obra los 30 del pasado siglo, en voz de Miguel, hijo de Rubio, al referirse en los momentos más climáticos a su hermana, Julia.

Para mí, dice Julia, como quiera que sea, papá será siempre un hombre extraordinario… un héroe. Si lo hubieras observado en estos días, dando órdenes, hablando al pueblo, sometiendo a los jefes, habrías visto que nació para esto. Tuvo que esperar mucho tiempo, pero merecía tener esta ocasión de….

A lo que, interrumpiendo, Miguel contesta:

Eres mujer. ¿Cómo no había de despertar tus peores tus peores instintos el truco del héroe? Eso es lo que te tiene seducida. Si no lo observé a él, era porque te observaba a ti. Para quien no supiera que eras su hija, pudiste pasar por una enamorada de él. Y además, claro, su heroísmo te dará lo que has deseado siempre: trajes, joyas, automóviles.

¿Nuevas puestas escénicas?

Enhorabuena por esta nueva edición de El gesticulador, hasta ahora ubicable en las obras referidas y en una poco distribuida edición de Cátedra, y en espera de sus puestas escénicas, merecida retribución a su riqueza dramatúrgica, literaria y social. Una obra latente y reveladora de un país donde sus hombres y mujeres empiezan de nuevo todos los días.

El México post revolucionario (los estudiantes universitarios habrían conseguido ya la autonomía para su casa de estudios) que Bolton (personificación del profesor extranjero que acude al descubrimiento de Rubio) donde la historia no es una novela.

Mis estudiantes quieren los hechos y la filosofía de los hechos, pagan por ello, no por un sueño, un… mito..

@mauflos