Mónica Soto y los lentes de la imparcialidad
Las redes sociales y algunos sectores han criticado las decisiones de la magistrada, pero sin caer en una defensa personal se debe comprender que las sentencias pueden generar incomodidad y malestar para los actores políticos. Por otro lado, la sociedad civil se ha manifestado en las calles y ha exigido que la presidenta guarde la imparcialidad para calificar la elección. Durante la marcha del 18 de febrero una de las consignas era “Mónica Soto, respeta nuestro voto y Soto, en el Tribunal queremos imparcialidad”
Por: Sebastián Godínez Rivera
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación inició el 2024 con una nueva presidenta, Mónica Aralí Soto Fregoso. Su llegada estuvo marcada por la crisis interna del órgano jurisdiccional y los señalamientos de parcialidad en sus decisiones, sin embargo, algo ha ido cambiando en estos meses que la magistrada presidenta insiste en destacar la imparcialidad y autonomía de la institución.
Las redes sociales y algunos sectores han criticado las decisiones de la magistrada, pero sin caer en una defensa personal se debe comprender que las sentencias pueden generar incomodidad y malestar para los actores políticos. Por otro lado, la sociedad civil se ha manifestado en las calles y ha exigido que la presidenta guarde la imparcialidad para calificar la elección. Durante la marcha del 18 de febrero una de las consignas era Mónica Soto, respeta nuestro voto y Soto, en el Tribunal queremos imparcialidad.
Asimismo, la magistrada se mostraba reacia a dar entrevistas o aparecer en los medios de comunicación, pero recientemente se ha visto en la necesidad de hablar de la labor de la autoridad jurisdiccional. Incluso podría vislumbrarse que en los próximos meses abrirá una cuenta en redes sociales, ya que en los tiempos de la sociedad de la información, las autoridades deben informar por esta vía.
El estilo de Mónica Soto se ha ido transformando en este tiempo, ya que por un lado es señalada de parcialidad y favorecer al oficialismo; mientras que por parte de la oposición se le exige garantizar la limpieza y autonomía de la calificación de la elección. Las presiones sobre el Tribunal están no solo sobre las cinco magistraturas que integran la Sala Superior, sino principalmente sobre sus hombros como cabeza de esta.
La presidenta ha hecho un cálculo político y sabe que de seguir manteniendo silencio es acrecentar la incertidumbre y las acusaciones de ambos lados. Asimismo, la falta de dos magistrados por la omisión del Senado para nombrarlos hace que el Tribunal Electoral esté en la mira de la sociedad civil. Además, el presidente López Obrador ha hecho declaraciones desafortunadas como se prevé un golpe técnico por parte del Poder Judicial para anular las elecciones.
Tras esas declaraciones los ojos estarán sobre la autoridad que calificará la elección, empero, la magistrada emitió un comunicado luego de que el Ejecutivo declarara eso y fue que al Tribunal ningún grupo, ni nadie nos dice cómo votar. La respuesta no solo es muestra del cambio de retórica de la magistrada, sino del complejo escenario que se avecina para los comicios más grandes de la historia.
Si bien, el Tribunal Electoral no es parte de la campaña, tampoco puede deslindarse de esa forma porque al final de cuentas junto con el INE serán los árbitros de los comicios. Se debe garantizar la independencia en las decisiones, esto no significa que sancionen a unos y a otros no, al contrario solo que hagan valer la ley por igual. A pesar de las presiones de los actores políticos y los grupos de poder, es necesario que la autoridad jurisdiccional no deje dudas sobre su labor como pilar de la democracia mexicana.
El contexto no es el mejor para que el Tribunal desempeñe sus funciones, pero sí el ideal para poner a prueba a una institución como esta. Debo hacer hincapié en que en democracia son válidas las críticas hacia la labor y la institución, siempre y cuando nutran el debate a través de los datos, pero no es válido establecer juicios sumarios contra sus integrantes solo por filias y fobias.
El Tribunal se encuentra en una de las espirales más complejas de su historia si se toma en cuenta que la reforma judicial, presentada por López Obrador, busca que sus integrantes sean elegidos por voto popular. Dependiendo de la labor que desarrolle durante estas elecciones las pasiones se avivarán o darán certeza a las y los mexicanos de los resultados electorales.
Cualquier error o decisión que pueda ser analizada como parcial no solo dinamitará la confianza, sino que alimentará la retórica polarizadora contra las instituciones. Ya hemos visto cuando por unanimidad la Sala Superior avaló la megamulta contra Morena o se ha sancionado al presidente por violar la equidad y la imparcialidad del proceso, el oficialismo ataca al Tribunal. Mientras que los internautas alientan la desconfianza señalando que este está tomado por el morenismo.
Finalmente, es necesario elevar la calidad del debate y borrar las etiquetas ideológicas al análisis de las autoridades electorales. Considero que en algún bando debe caber la prudencia, puesto que de continuar por esta ruta como país nos daríamos un balazo en el pie al debilitar esta institución. Es pertinente ser críticos con las instituciones para afinar detalles y mejorarlas, pero no es válido impulsar la desconfianza.
Como mexicanos todos queremos que estas elecciones (las más grandes y complejas de la historia) lleguen a buen puerto. Además que cumplan con su objetivo de dirimir conflictos por la vía pacífica y garantizar la alternancia o permanencia de un proyecto, siempre y cuando sea democrático. Por otro lado, la labor de Mónica Soto como cabeza del Tribunal debe ser de la envergadura del proceso que el país vivirá, dando certeza de que el órgano jurisdiccional es imparcial.
PD. Así como la magistrada porta los lentes para juzgar con perspectiva de género, también debe portar los de la imparcialidad, la autonomía y los de la defensa de la institución.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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