Las elecciones, el Papa y la religión
Históricamente, México es el segundo país con mayor número de católicos sólo por detrás de Brasil. No obstante, los nuevos tiempos han generado la diversificación de la religión y ahora es la presencia evangélica una de las más fuertes y militantes que existen; también hay presencia del cristianismo, judaísmo y la cosmovisión de los pueblos indígenas. El país ha roto con la visión histórica del catolicismo como unificador de la nación mexicana
Por: Sebastián Godínez Rivera
Las candidatas presidenciales visitaron la Santa Sede, Xóchitl Gálvez culminó su gira por Europa, mientras que Claudia Sheinbaum hizo lo propio de última hora. Más allá de sus viajes, ambas buscan un respaldo católico para los comicios del 2 de junio, no es un hecho nuevo, al contrario desde el año 2000 la religión juega un papel fundamental en el escenario político mexicano.
Históricamente, México es el segundo país con mayor número de católicos sólo por detrás de Brasil. No obstante, los nuevos tiempos han generado la diversificación de la religión y ahora es la presencia evangélica una de las más fuertes y militantes que existen; también hay presencia del cristianismo, judaísmo y la cosmovisión de los pueblos indígenas. El país ha roto con la visión histórica del catolicismo como unificador de la nación mexicana.
Recordemos que tras la aprobación de las Leyes de Reforma en 1857 la Iglesia se separó del Estado con el objetivo de dar paso a un país laico. México no restableció las relaciones diplomáticas con el Vaticano hasta 1992, durante el sexenio de Carlos Salinas. Sin embargo, hubo un evento en 1977 cuando José López Portillo invitó al entonces Papa Juan Pablo II, cuando aún no había comunicación con la Santa Sede.
Sociólogos como Bernardo Barranco y Roberto Blancarte, han estudiado el papel de la religión dentro de la política mexicana. Se ha mencionado que durante la época de juarismo y la del gobierno de López Obrador se ha impulsado una agenda de promoción de otras iglesias y así contrarrestar la fuerza del catolicismo. Incluso hemos visto cómo las iglesias evangélicas se volvieron parte del tablero político, cuando nació el extinto Partido Encuentro Social (PES).
La comunidad evangélica hizo tratos con el gobierno federal para promover su acceso a tiempos de radio y televisión a cambio de que ellos difundieran la famosa Cartilla Moral que López Obrador impulsaba. Más allá de espantarnos o cuestionar el actuar, se debe analizar desde lo electoral y la fuerza que representan. Este fenómeno es muy común en América, por ejemplo, los evangélicos apoyan la candidatura de Donald Trump; en Brasil tanto Lula Da Silva como Jair Bolsonaro fueron respaldados por estas iglesias; los regímenes autocráticos de Venezuela y Nicaragua también buscan el apoyo de este sector.
México no es la excepción, al contrario fueron ellos en su mayoría quienes impulsaron la campaña en 2018 de López Obrador. Su principal distintivo es que los evangélicos son más militantes que los católicos y la proliferación de sus iglesias fortalece la difusión de un programa de gobierno. No obstante, el papel del catolicismo no puede ser relegado, a pesar de que el Presidente se ha conflictuado constantemente con ellos, principalmente con los jesuitas.
Los políticos mexicanos saben de la importancia de tener acercamientos con la comunidad católica y la Santa Sede. El peso político del catolicismo no puede ser demeritado, al contrario el propio Morena es producto de la teología católica desde el sobrenombre que se le da a la Virgen de Guadalupe, aunado al dogma que rodea al partido y al presidente. Acción Nacional desde su nacimiento, estuvo ligado a sectores eclesiásticos y confesionales que habían sobrevivido a la Guerra Cristera de 1926-1929 y del sinarquismo que luego se opuso al nacionalismo cardenista.
La visita de las candidatas a la Santa Sede, no son un hecho aislado, sino que busca ganar votos rumbo a los comicios del 2024. Asimismo, el Papa no solo es el jefe espiritual sino el monarca absoluto del Estado Vaticano, por ende, es un político y sus declaraciones o acciones impactan en la agenda internacional o los países.
El Santo Padre sabe que es objeto de seguimiento y en vísperas de las elecciones más grandes de la historia sabe de su relevancia, de la ola de violencia que azota al país y que frente a él tuvo a quien será la primera presidenta de México. Sobre todo, por las crecientes tensiones entre el catolicismo y el presidente López Obrador quien ha acusado a los jesuitas de no seguir los mandatos de Dios; aunado a las críticas de la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, a la firma de un acuerdo de civilidad con la Conferencia del Episcopado Mexicano, al cual le agregó una leyenda de firmo, pero no concuerdo con el diagnóstico.
No cabe duda que desde la Santa Sede estarán atentos de los comicios más grandes de la historia mexicana. Asimismo no debemos olvidar el peso de la Iglesia Católica en el electorado es considerable y verlos como adversarios podría ser un error no sólo estratégico, sino de agredir la tradición mexicana.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
Lo expresado en este espacio es sólo responsabilidad del que escribe, no refleja la política de Círculo rojo: el encuentro con la noticia. Cualquier reclamación, legal o civil, deberá de hacerse directamente con el autor. Los colaboradores laboran de forma voluntaria y personal sin alguna relación de trabajo ni comercial con este medio de comunicación