Un embajador morenista
Es necesario comprender que dentro de la política dura y pura o en la diplomacia, los embajadores no sólo son símbolo de la representación de un gobierno ante otra nación, sino que además velan por los intereses del país del que provienen. Independientemente de la relación de amistad o simpatía que puedan tener con un mandatario, sobre todo deben atender a las agendas, temas y tópicos que marcan la relación bilateral
Por: Sebastián Godínez Rivera
El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, ha dado mucho de qué hablar al punto de generar tensiones con los republicanos y el gobierno de Washington. El diplomático ha tenido una muy buena relación con el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, incluso la calificaría de excesiva.
Es necesario comprender que dentro de la política dura y pura o en la diplomacia, los embajadores no sólo son símbolo de la representación de un gobierno ante otra nación, sino que además velan por los intereses del país del que provienen. Independientemente de la relación de amistad o simpatía que puedan tener con un mandatario, sobre todo deben atender a las agendas, temas y tópicos que marcan la relación bilateral.
Empero, parece que Ken Salazar ha optado por el amiguismo y hasta cierto punto pareciera que la retórica populista de López Obrador lo ha seducido. El diplomático no ha sido capaz de poner sobre la mesa temas como migración, combate a las drogas, democracia o erosión de las instituciones. Al contrario, mientras el Departamento de Estado señala la preocupación por la violencia; en el Congreso los republicanos acusan a México de no cooperar para frenar la migración; algunos gobernadores blindan la frontera y las agencias de inteligencia están preocupadas por la democracia mexicana, Salazar les ignora.
Las descalificaciones del Ejecutivo mexicano hacia las dependencias norteamericanas vestidas con un nacionalismo tropical, muy similar al que encabezaron Chávez y Maduro en Venezuela; Rafael Correa en Ecuador; Daniel Ortega en Nicaragua; la Cuba Castrista o Evo Morales en Bolivia son ignoradas. En México, algunos sectores avalan estos mensajes agresivos porque son vistos como una espada nacionalista que pretende defender a México de su vecino norteño.
Mientras todo esto ocurre, Salazar ignora los hechos y esto ha generado molestia en la Unión Americana dentro del propio Partido Demócrata. Rumbo a las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, en las cuales Joe Biden aspira a lograr la reelección y vencer a Donald Trump una segunda vez, el embajador norteamericano cada vez se aleja más de la Casa Blanca. Su amistad con López Obrador parece más importante que atender los temas con los que están golpeando al partido gobernante.
Asimismo, el presidente de México no repara para inmiscuirse en la sucesión de Estados Unidos haciendo pronunciamientos de que hay un candidato que es molestado por la justicia. También ha dicho que no avalará la retórica republicana, porque entonces deberá emprender una campaña para que los latinos en Estados Unidos, no voten por los republicanos. Son declaraciones que molestarían a cualquier país, sobre todo, si supuestamente la nación mexicana se guía bajo los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos.
Ante estos hechos, Biden intenta no tensar la relación y enviar señales de colaboración y amistad hacia México, las cuales deberían ser impulsadas por el embajador. Por otro lado, Ken Salazar parece más simpatizante del morenismo que un diplomático; puesto que cuando los voceros de la Casa Blanca o congresistas critican las posiciones de México frente a la migración; la negativa de que el vecino del sur produce fentanilo; o la controvertida estrategia de abrazos, no balazos que hasta el momento ha dejado más muertos en el sexenio de López Obrador que durante la Revolución Mexicana.
Mientras en el frente opositor, los republicanos nutren cada vez más su retórica de que México no coopera, principalmente en los discursos de Donald Trump quien ha dicho López Obrador es un socialista, es un buen tipo, pero le cuesta colaborar, asimismo, ha dicho que cuando gobernó Estados Unidos, obligó a México para poner soldados gratis en la frontera.
En cuanto a México, Salazar se reúne con miembros de los otros poderes, Legislativo y Judicial, Organismos Autónomos, organizaciones de la sociedad civil o empresarios. Sin embargo, ante la deriva autoritaria que vive el país, no suele pronunciarse sobre los embates contra la Corte, la persecución de empresarios y clase media o los intentos centralizadores del poder que sí son abordados en informes o conferencias de prensa en Estados Unidos.
Bajo este comportamiento, parece que Ken Salazar simpatiza con el presidente o está convencido de la Cuarta Transformación que supuestamente encabeza. Parece que le han vendido un proyecto político democrático con el cual se ha identificado. No obstante, guarda silencio ante los atropellos que sufre el pluralismo mexicano y con su silencio respalda la intromisión de México en el proceso electoral norteamericano.
Las y los embajadores en el mundo están para tender lazos de entendimiento entre las naciones, pero también protegen los intereses del país que representan. En México, existe el curioso caso del diplomático norteamericano que es más morenista que muchos militantes de dicho partido y que ha optado por defender a México y dejar expuesto a su amigo, el presidente norteamericano, Joe Biden.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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