Democracia Iliberal
Mientras las elecciones favorezcan al partido gobernante estas son vistas como limpias, honestas y libres, pero si el partido oficial pierde, entonces se inicia un embate contra la población y oposición al ser acusados de farsantes, corruptos, ilusos y demás adjetivos que el presidente usa. Entonces la democracia se tambalea entre un caudillo que mira al pasado y la capacidad de los ciudadanos de perfeccionarla y defenderla
Por: Sebastián Godínez Rivera
Los contrapesos no son parte del proyecto lopezobradorista, pues su formación política dentro del nacionalismo revolucionario responde a una visión de obediencia al presidente, corporativa y jerarquizada de un país que ya dejó de existir. Mientras que este modelo pretende ser sustituido por una democracia plebiscitaria, por medio de consultas y encuestas que no repercuten en la vida del país, sino que son utilizadas con fines demagógicos y como termómetros para medir el respaldo con el que cuenta, figura que se ha desgastado y menospreciado, pero que funciona como una técnica populista para hacer creer a la gente que es parte de las decisiones del país.
También pretende volver a una democracia mínima o schumpeteriana en la cual el crecimiento económico está en función del nivel de democracia y al hablar de ese nivel, se refiere a una lógica de tener elecciones y no más. Mientras las elecciones favorezcan al partido gobernante estas son vistas como limpias, honestas y libres, pero si el partido oficial pierde, entonces se inicia un embate contra la población y oposición al ser acusados de farsantes, corruptos, ilusos y demás adjetivos que el presidente usa. Entonces la democracia se tambalea entre un caudillo que mira al pasado y la capacidad de los ciudadanos de perfeccionarla y defenderla.
La visión de AMLO es de un hombre que puede manejar todo el país, omnipotente y omnipresente que pretende controlar a todos los sectores que critican su forma de gobernar. Ahora, el sueño autocrático se ha profundizado con la victoria de Claudia Sheinbaum y las mayorías en el Congreso. Esto lo sabe López Obrador debido a su formación política que se dio entre los años de 1970-1981; el tabasqueño concibe el estilo populista de Echeverría y López Portillo, bajo el estatismo, el autoritarismo y un país que era gobernado bajo un solo partido.
A finales de su gobierno el presidente se ha radicalizado dando pie a la formación de una democracia iliberal. Al utilizar este término del politólogo estadounidense Fareed Zarika esta se define como La democracia iliberal es una forma de gobierno a caballo entre la democracia liberal tradicional y un régimen autoritario: se respetan ciertos aspectos de la práctica democrática pero se ignoran otros, y se vulneran los derechos civiles ( Zarika, 1997). Para centrar esta definición a la realidad mexicana es importante destacar que:
a) En los términos liberales de la democracia, existen elecciones periódicas y libres, división de poderes, existe una oposición, se respeta el estado de derecho y se mantienen los derechos políticos. México desde 2018 no ha visto grandes afectaciones en el terreno de cambios radicales, pues estas características son vigentes, pero López Obrador ha dejado ver como pretende deformar estas bases del liberalismo. Sin embargo, hay indicios que el autoritarismo coloniza lo anterior mencionado.
b) Rumbo a la democracia iliberal, la división de poderes se ha visto mermada por las formas en las que el presidente utiliza a sus bancadas para aprobar por unanimidad al menos en la Cámara Baja con Morena y aliados. Sin embargo, con las declaraciones para aprobar la Reforma Eléctrica el 5 de octubre el presidente hizo un llamado a la bancada priista y les pidió que definieran de qué lado van a votar del lado del presidente Cárdenas y López Mateos o si seguirán con el salinismo. También el amenazar que presentará una lista de los legisladores que votan en contra de su proyecto, es una forma que pretende violentar e intimidar al parlamento.
Por otro lado, la Suprema Corte se ha visto entre discusiones importantes donde respaldaron la pregunta para la consulta para enjuiciar ex presidentes y AMLO lo festejó, pero en temas como los amparos para evitar la reducción de sueldo o la ampliación de mandato de Arturo Zaldívar como presidente de la Corte han generado que el presidente arremeta contra los ministros y los acuse de corruptos, serviles al viejo régimen y la famosa renuncia del ministro Medina Mora al ser acusado de corrupción, pero hasta la fechas las investigaciones en su contra no han arrojado resultados.
Por lo tanto, la relación con los poderes puede leerse como un mensaje para colonizar los otros poderes y unificar un gobierno como durante muchos años lo hizo el PRI. Luego del dos de junio, la oposición tendrá un papel en el escenario político muy pequeño, pero el presidente utiliza su comunicación diaria para golpear y descalificar a los partidos y los acusa de ser parte del anti-pueblo y buscar descarrilar la transformación, los ha señalado de golpismo y de recibir financiamiento del exterior a lo cual se rompe la relación institucional e inicia una guerra de declaraciones con los opositores.
Finalmente, el estado de derecho se ha visto amenazado desde la presidencia debido a que los pesos y contrapesos que el presidente rechaza son parte de este marco jurídico que limita el uso del poder excesivo. A inicios del sexenio, al no lograr que la burocracia de los organismos autónomos y el Poder Judicial se redujeran el sueldo, decidió mandar un memorándum y asemejarse a un decreto, como si en México hubiera esa posibilidad de gobernar.
A su vez, ha declarado que es preferible optar por la justicia y no por la ley, lo cual denota un estilo autoritario y violentador del orden constitucional. Ahora, busca materializar la reforma judicial y con ello destruir el contrapeso que esta le hace al Poder Ejecutivo, promoviendo la elección de ministros, jueces y magistrados a través del voto popular.
La democracia mexicana no es perfecta, pero si perfectible. Diversos sectores que vivieron el régimen autoritario se han encargado de incentivar una cultura política de cariño a la pluralidad. Sin embargo, desde el presidente hasta diversos sectores del partido oficial pretenden revivir la hegemonía de un instituto político y con ello combatir a grupos que han alzado las voces para enfrentar al gobierno.
En un escenario como este, es posible volver al pasado, similar al PRI hegemónico que se caracterizó por construir el andamiaje de un proyecto autoritario e iliberal que actualmente está encabezado por Morena y el presidente López Obrador. A su vez, otro paso hacia la consolidación de un modelo autoritario sería la consolidación de la reforma electoral que merma la independencia del INE, eligiéndolos por voto popular, porque así responderían al pueblo.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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