Traspaso, alternancias y problemas (1988-2024)
El gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) estuvo marcado por la crisis económica y la implementación de las políticas de desregulación económica. El partido oficial había perdido respaldo en la sociedad, aunado a que las voces dentro del PRI criticaron que el gobierno se alejara del nacionalismo y optara por la apertura mundial. En 1988 la corriente democrática del tricolor dejó el partido y decidió desafiar a la facción gobernante
Por: Sebastián Godínez Rivera
En un primer texto, les conté sobre los problemas que marcaron el traspaso de poderes entres los ejecutivos del autoritarismo mexicano. Sin embargo, esto fortaleció la semilla democrática e impulsó las demandas que pedían libertad política y de expresión. En esta segunda parte analizaremos los problemas postelectorales, nuevamente los económicos, internos en el oficialismo y ligados a la democracia.
El gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) estuvo marcado por la crisis económica y la implementación de las políticas de desregulación económica. El partido oficial había perdido respaldo en la sociedad, aunado a que las voces dentro del PRI criticaron que el gobierno se alejara del nacionalismo y optara por la apertura mundial. En 1988 la corriente democrática del tricolor dejó el partido y decidió desafiar a la facción gobernante.
Cuauhtémoc Cárdenas con el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional enfrentó al candidato oficial Carlos Salinas, mientras que por parte de Acción Nacional de la mano de Manuel Clouthier proponía otra opción. Por primera vez, el país tenía unas elecciones competidas, sin embargo, la famosa caída del sistema a manos de Manuel Bartlett generó desconfianza, mostrando la caída de Cárdenas del primer lugar al segundo y consolidando la victoria de Carlos Salinas.
El PRI retuvo el poder, pero el final del sexenio De la Madrid y el inicio del salinato fue tenso ante los ojos de la sociedad y de la naciente oposición. En un mundo globalizado México ya no podía vivir aislado y esto conllevaría a tomar en cuenta nuevas piezas sobre el tablero político nacional.
Para 1994 Salinas estaba orgulloso de su administración ya que era reconocida a nivel mundial por sus políticas liberalizadoras y de desregulación. Mientras tanto, en la sucesión de 1994 Luis Donaldo Colosio fue el elegido para sucederlo, pero su asesinato en plena campaña en Lomas Taurinas, Baja California fue un síntoma del desplome de la predominancia priista.
Meses antes, el 1 de enero de 1994 cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio fue opacado por el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. La aparición de una guerrilla no era buena señal para un país que se decía de primer mundo, aunado a que meses después debería reemplazar a su candidato con Ernesto Zedillo.
Finalmente, los problemas económicos reaparecieron entre la despedida del salinato y el arranque del sexenio zedillista, el error de diciembre generó una nueva crisis que no tenía precedentes. Conocida como el error de diciembre, ésta generó un efecto dominó en otras economías del mundo.
Los últimos seis años del siglo XX fueron gobernados por el PRI, sin embargo, el sexenio de Zedillo estuvo marcado por reformas que moldearon la democracia: en 1994 se reformó al Poder Judicial, en 1996 el Instituto Federal Electoral se volvió autónomo y en 1997 el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados por primera vez. Esto solo eran los síntomas de lo que se avecinaba en el año 2000, la derrota del tricolor y la primera alternancia.
Asimismo, el presidente tomó distancia del partido y no quiso tener injerencia en él como era la costumbre. Tras los comicios del 2000 el país festejaba que el PRI había sido echado del poder, mientras que los priístas exigían la expulsión de Zedillo del partido, argumentando fraude y se negaban a dejar el poder. En realidad este cambio de gobierno estuvo marcado por problemas internos; aunado a un sexenio que inició con crisis económica, Zedillo entregó a Vicente Fox un país en crecimiento y con estabilidad política.
Para el primer presidente de la alternancia, emanado del PAN, Vicente Fox (2000-2006) el cierre de su administración estuvo marcado por su injerencia en la campaña electoral en contra del perredista Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, el problema apareció luego de que el IFE diera el resultado oficial, en el que Felipe Calderón ganó por 0.16%.
López Obrador inventó un fraude que nunca pudo ser comprobado, que si bien se hicieron recuentos en algunas casillas, el tabasqueño no solo perdió sino que la ventaja de Calderón se elevó a 0.26%. El traspaso de poderes en el congreso estuvo marcado por los gritos de los perredistas que llamaban ladrón al nuevo mandatario y al que acusaban de fraude, mientras que al saliente lo tachaban de traidor a la democracia.
Felipe Calderón gobernó de 2006 a 2012, sin embargo, su administración estuvo marcada por declarar la guerra al narcotráfico. La estrategia de seguridad es muy cuestionable, pero esta fue heredada al nuevo mandatario, Enrique Peña Nieto había logrado que el PRI regresara a Los Pinos luego de doce años. El traspaso de poderes fue relativamente tranquilo, puesto que el tricolor había recuperado presencia en el congreso y a nivel nacional.
A excepción de los reclamos del derrotado López Obrador (por segunda vez) argumentando un fraude a su campaña, el cual tampoco fue cierto puesto que ahora perdió por 12%. Durante las alternancias los conflictos postelectorales se volvieron un actor relevante en los traspasos de poder, al menos como se explica en los sexenios de 2002 y 2012.
Peña Nieto fue un presidente que vio caer su popularidad desde 2014 por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, los niveles de violencia, los casos de corrupción y el escape de Joaquín Guzmán Loera de un penal. El triunfo de López Obrador en los comicios de 2018 era inevitable y casi previsible al percibir el malestar de la sociedad con los partidos tradicionales.
Sin embargo, este traspaso de poder en 2018, estuvo marcado porque el presidente constitucional, Enrique Peña Nieto, optó por dejar que el mandatario electo, López Obrador comenzara a mandar y tomar decisiones desde el 2 de julio. En materia económica, política exterior entre otros el ejecutivo electo gobernó 6 meses antes, mientras que Peña Nieto desapareció del escenario político.
Un caso particular, ya que muchos mandatarios aprovechan hasta el último momento para ejercer el poder, en este caso no fue así. Tal vez, el mandato anticipado era muestra de lo que venía, pero que los mexicanos no prestamos la atención suficiente. Una administración centralizadora, autoritaria y que pretendía emular al viejo presidencialismo de antaño del PRI
Actualmente, el gobierno de López Obrador está a 3 meses de terminar; tras los comicios del 2 de junio la gente optó por dotar de mayorías y todo el poder a otro gobierno morenista y a quien será la primera presidenta, Claudia Sheinbaum. El actual ejecutivo muestra su intención de gobernar hasta el último momento o quizá un poco más, sin embargo, el proceso de transición es particular.
López Obrador ha dicho que en su último mes quiere sacar la reforma judicial, cuando Morena tendrá una nueva mayoría (todavía falta la asignación de diputaciones de representación). Aunado a esto, el mandatario insiste en hacer escuchar su voz, así como imponer a perfiles cercanos a él en el nuevo sexenio; recordemos que los legisladores, candidatos a los estados y perfiles del gabinete son cercanos a él y no a Sheinbaum.
Esto ha despertado la duda si cuando Sheinbaum asuma el poder, gobernará ella cómo lo han hecho otros presidentes o si veremos un nuevo maximato o presidencias títeres. Aún es pronto para afirmar de forma tajante, sin embargo, las señales enviadas desde el poder muestran otra cosa.
En conclusión, el traspaso de poder desde 1988 a 2024 no ha sido fácil, puesto que los problemas siempre están ahí. Una explicación es que México no cuenta con una solidez económica que le permita transiciones estables en lo económico; en lo institucional es apenas en 2024 cuando su permanencia pende de un hilo, ya que el partido gobernante busca su destrucción. Y en algunos casos la impertinencia política y la vulgar ignorancia son la marca que genera incertidumbre durante los cambios de poder.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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