Biden: la personificación de los demócratas
El Partido Demócrata atraviesa una crisis, al igual que su homólogo republicano, y es la personificación del poder. Desde la irrupción de Trump en el escenario político, las facciones del Partido Republicano no lograron cohesionarse y concentrarse en una nueva forma de gobierno. Durante los comicios de 2020, los demócratas apostaron por un perfil del establishment, moderado y que era opuesto al entonces Presidente
Por: Sebastián Godínez Rivera
El primer debate entre el ex presidente Donald Trump y el actual mandatario estadounidense, Joe Biden, rumbo a las elecciones presidenciales de noviembre próximo en la Unión Americana, generó muchas críticas, en especial por la actuación del segundo. No obstante, más allá de haber dado la razón a su adversario acerca de su edad y algunas fallas motoras, existen otros elementos que se esconden detrás de Biden.
El Partido Demócrata atraviesa una crisis, al igual que su homólogo republicano, y es la personificación del poder. Desde la irrupción de Trump en el escenario político, las facciones del Partido Republicano no lograron cohesionarse y concentrarse en una nueva forma de gobierno. Durante los comicios de 2020, los demócratas apostaron por un perfil del establishment, moderado y que era opuesto al entonces Presidente.
Biden ganó a pesar del Asalto al Capitolio y las falsas afirmaciones del fraude, empero, su partido no hizo nada por renovar sus cuadros; al contrario toda la responsabilidad reside en el presidente. Esto se ha reflejado durante las primarias en las cuales el ejecutivo es el favorito y ha vencido en todos los estados. La fuerza demócrata se concentró en un solo perfil, lo cual no es una variable común en los partidos norteamericanos.
Por la historia y estructura del sistema político-electoral, los institutos cuentan con una estructura descentralizada y con un alto nivel de institucionalización. De acuerdo a la Ciencia Política, los partidos con estas características tienden a una mejor organización y sus comités gozan de mayor autonomía. A diferencia de los partidos mexicanos o latinoamericanos que dependen de un liderazgo central.
El hoy oficialismos buscó que Biden fuera un antídoto a Trump, pero no contaban que el republicano fundó el trumpismo, entendida como una ideología basada en el nacionalismo de derecha, la religión y el proteccionismo. Cuando una ideología nace, esta puede que trascienda al líder, lo que se traduce en una nueva corriente que puede hacer frente a otras. El Partido Demócrata no ha hecho un análisis de la situación del país, redujeron la problemática de la polarización, sin entender el problema a profundidad.
Joe Biden concentró poder, no por decisión propia, gracias a su partido, puesto que desde que se realizaron los primeros sondeos, el presidente era mencionado como el favorito para contender frente a Trump. Los demócratas no hicieron nada por posicionar a un nuevo liderazgo más joven y que mostrara mayor vitalidad. Incluso esta idea se reafirma porque sus principales adversarios dentro del partido no son conocidos.
Esta falta de cálculo político se tradujo en un desastroso debate la noche del 27 de junio, en el que un Trump agresivo y con un discurso confrontativo superó a Biden. Los errores de pronunciación, la dificultad para responder y sus momentos de distracción fueron elementos que el republicano usó para atacar. Es sabido que el ejecutivo es un hombre de 81 años y por motivos de la edad, ya comienzan a fallar algunas funciones motoras y comunicativas.
El problema es que los demócratas no apostaron por posicionar nuevos liderazgos, como ocurrió con los republicanos con Nikki Haley y Ron DeSantis; confiaron en el mandatario; aunado a que estos lapsus se presentaron en diversos jefes de estado como la entonces canciller alemana, Angela Merkel, la Primera Ministra italiana, Giorgia Meloni o el mandatario francés Emmanuel Macron. Ante estos eventos, su partido optó por ignorar estos problemas de salud que ahora han sido un arma para el republicano que pretende volver a la Casa Blanca.
Entre algunos medios ha surgido la posibilidad de que Biden sea relevado por algunos nombres que han surgido como la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, o el gobernador de California, Gavin Newsom. Es necesario tomar en cuenta que es una decisión arriesgada por lo avanzado que va el proceso electoral, puesto que la designación del candidato demócrata se hará en la convención del 19 de agosto.
En caso de que Biden anunciara su retiro, la convención sería convocada de manera inmediata por el Comité Nacional del Partido Demócrata; se debería decidir un nuevo proceso de candidaturas y los 4 mil delegados designados pasarían a segundo plano en favor de los llamados superdelegados, 700 representantes y altos cargos del partido. Sin embargo, la especulación no es parte de las Ciencias Sociales, pero considero pertinente explicar que podría pasar.
Esta decisión ha cobrado mayor relevancia luego de que el periodista Billy O´Rilley quien ha declarado que los demócratas están apostando por una sustitución. Hasta el momento no se ha confirmado la decisión, pero es un escenario que no debe descartarse. Algunas otras voces dicen que la familia del presidente insiste en mantenerlo en la contienda; si esto es cierto, el único resultado será la fragmentación del instituto.
Una decisión así es muy aventurada y podría debilitar aún más al partido, los errores políticos se deben a la confianza ciega depositada en Biden. Al interior se habla de incertidumbre por el desastroso papel en el debate, luego entonces, los demócratas deberán decidir si redoblan esfuerzos o retiran su apoyo al mandatario. El panorama es incierto, pero es consecuencia de centralizar el poder, apostar por una persona y querer tomar decisiones de último momento.
Mientras tanto, Biden tiene parte de culpa por reforzar la idea de que su liderazgo era el más idóneo para enfrentar a Trump y en un posible caso ganar la reelección. Ahora bien, por la edad que tiene el mandatario, en caso de lograr la reelección existe la posibilidad de que no complete su mandato y se sume a los presidentes que perecieron en funciones por causas naturales como William Henry Harrison (1841); Zachary Taylor (1850); Warren G. Harding (1923); y Franklin Delano Roosevelt (1945).
Mientras tanto habrá que observar el desarrollo de la campaña de Biden, el proceso que está siguiendo Trump, el ánimo de los votantes y cómo se comportan las facciones demócratas. Es importante analizar las diversas variables para entender este contexto y el movimiento que sacudió a los demócratas; más allá de las filias o fobias, pretendo exponer una parte de la realidad, entendida, como un mal diagnóstico preelectoral que ha devenido en incertidumbre para el presidente y su partido.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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