El misticismo presidencial
Los modelos presidenciales también guardan un factor de misticismo y este ha sido normalizado e ignorado por la sociedad. Quizá no hay carruajes, coronas o corceles blancos como ocurre en las monarquías, pero sí hay un momento especial y es cuando el mandatario asume el poder. El traspaso de poder en algunos países está marcado porque el ejecutivo porta un bastón, otros utilizan collares de alguna orden, la banda presidencial y algunas naciones utilizan autos descapotados para que la gente conozca al nuevo Presidente
Por: Sebastián Godínez Rivera
Varias personas en el mundo consideran que algunos países que tienen monarquías tan antiguas como el Reino Unido, Dinamarca o Suecia, tienen un factor de misticismo. Desde la Ciencia Política se ha estudiado que cuando los monarcas son Jefes de Estado, guardan un papel protocolario pero también simbólico. A diferencia de los sistemas presidenciales donde el ejecutivo es Jefe de Estado y gobierno, aunado a que está más expuesto a las críticas.
Sin embargo, los modelos presidenciales también guardan un factor de misticismo y este ha sido normalizado e ignorado por la sociedad. Quizá no hay carruajes, coronas o corceles blancos como ocurre en las monarquías, pero sí hay un momento especial y es cuando el mandatario asume el poder. El traspaso de poder en algunos países está marcado porque el ejecutivo porta un bastón, otros utilizan collares de alguna orden, la banda presidencial y algunas naciones utilizan autos descapotados para que la gente conozca al nuevo Presidente.
Durante años en América Latina esto ha sido normalizado, pero la realidad es que el traspaso de poderes es un ritual muy bien organizado que puede analizarse desde diversas perspectivas. Thomas Hobbes, diría que portar un bastón es símbolo del poder político; autores como Enrique Krauze destacarían que es la forma de presentar ante los ciudadanos al nuevo mandatario; mientras que juristas como Diego Valadés o Jorge Carpizo argumentarían que es una forma de representar el ascenso del nuevo poder político.
En la teoría clásica de la Ciencia Política, Hobbes caracterizó al Leviatán como un monstruo que porta un báculo símbolo de la Iglesia Católica y una espada que representa el poder político. Esto es aplicable para las monarquías absolutistas, empero, en los tiempos actuales algunos países como en Argentina, donde el bastón presidencial es una forma simbólica de configurar el traspaso de mando.
La historia data del siglo XIX y se utilizaba para que una figura con poder pudiera ser reconocida. Asimismo, en los tiempos de la colonia se distinguían a miembros de la realiza y en el caso argentino el bastón se introdujo en 1813. No todas las naciones utilizan este bastón, por ejemplo, en países como México los presidentes reciben un bastón de mando de los pueblos indígenas, muestra de que lo reconocen como cabeza del estado mexicano.
Sin embargo, en 2023 ocurrió un hecho muy controversial y fue que el presidente Andrés Manuel López Obrador entregó el bastón de mando a la candidata del oficialismo, Claudia Sheinbaum. El acto generó polémica ya que el bastón se entrega a los ejecutivos cuando asumen el poder, pero no cuando designan a los aspirantes o candidatos de sus partidos, lo que generó críticas de la comunidad indígena hacia el mandatario.
En México, es más una forma de reconocer un liderazgo sobre todo porque como país con diversas naciones indígenas que se rigen por usos y costumbres, donde no eligen a sus representantes por medio de elecciones. Incluso es una forma de aglutinar a diversos pueblos que reconocen al ejecutivo, aunque dependiendo de la región y la cultura, se pueden otorgar diversos distintivos al mandatario.
Algunas naciones como Ecuador, Perú, Guatemala o Venezuela, donde los presidentes portan otros elementos además de la banda presidencial. Si bien no portan bastones si se les asignan insignias, llaves o collares que tienen un significado histórico para el país. Por ejemplo, en Venezuela los presidentes cuando asumen el poder son condecorados con la Orden del Libertador. Es por esta razón que, adicional a la banda presidencial, el presidente venezolano usa el gran collar y la estrella de la orden.
Esta surgió en honor a Simón Bolívar quien es considerado el padre fundador de Venezuela. Un dato curioso es que la Orden del Libertador se utilizó hasta 2010. Esta se utilizaba para reconocer a venezolanos reconocidos; en 2013, Nicolás Maduro la hizo parte de la vestimenta presidencial. Asimismo, el ejecutivo debe portar la llave del arca del 9 de julio de 1940, la cual contiene las actas del primer congreso constituyente de Venezuela.
Por otro lado, en Guatemala cuando el presidente recibe el poder no sólo porta la banda presidencial sino que esta se acompaña de la llave de la Constitución; también se debe entregar el botón presidencial. Además, el Ejecutivo también es Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, por lo tanto recibe el bastón y el botón de mando militarasí como la espada de la Policía Nacional. El simbolismo radica en la teoría clásica de Max Weber, quien sostiene que el Estado es el único con la capacidad para ejercer el monopolio legítimo de la violencia.
Asimismo, en el Perú cuando un mandatario asume el poder no solo recibe la banda presidencial, sino que debe portar la insignia del mando lo que le reconoce como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. Es curioso, debido a que en algunas democracias como Estados Unidos o Francia, el poder militar está separado del poder civil, sin embargo, esto se puede explicar porque la historia latinoamericana ha estado marcada por rebeliones y golpes de estado, es una forma de garantizar que los militares guardarán respeto a la institución civil.
En el último caso es el ecuatoriano, en el que el presidente recibe un bastón de mando militar, símbolo de la supremacía del poder civil sobre el militar; además debe portar el Gran Collar de la Orden de San Lorenzo de la que el ejecutivo es el gran maestre. Esta condecoración también se otorga a miembros de las monarquías reinantes. Como podemos ver en diversas latitudes los presidentes utilizan diversos símbolos para demostrar que son ellos la cabeza del Estado.
A pesar de que estas ceremonias no son tan costosas y llamativas como cuando los monarcas se coronan o asumen el poder, si guardan un simbolismo místico. Quizá no despierta tanto entusiasmo como la coronación de la Reina Isabel o el rey Carlos III, empero, esto se debe a la normalización y cotidianeidad de ver a los presidentes en funciones y no como sujetos de protocolos o símbolo de unidad nacional.
En este último apartado quiero abordar uno de los rituales que solo algunos países con sistemas presidenciales han implementado. En países como Reino Unido o Suecia los monarcas tras ser coronados recorren en sus carruajes el trayecto rumbo al palacio. Hay un ritual similar entre algunos ejecutivos de la región.
Por ejemplo, en Brasil y Argentina, luego de rendir protesta ante el congreso, los mandatarios suben a carros descapotados rumbo a la sede de la casa presidencial. En 2018 vimos a Jair Bolsonaro asumir el poder y trasladarse en un auto clásico, un Rolls-Royce, en el que su esposa y él se trasladaron al Palacio de Planalto y a los costados sus simpatizantes lo vitoreaban.
Más al este, en Argentina, cuando Javier Milei asumió el 10 de diciembre de 2023 también realizó un recorrido en un auto descapotado, un modelo Valiant III, en el cual hizo el recorrido rumbo a la Casa Rosada. Al igual que en Brasil, sus seguidores lo vitoreaban y algunos hasta con máscaras o leones de peluches le gritaban en señal de apoyo.
Los trayectos en automóviles descubiertos son una forma de culto presidencial, que la gente conozca y vea al nuevo ejecutivo. Dependiendo de la nación algunos implementan este ritual o no, sin embargo, esto une al pasado y al presidente debido a que la historia latinoamericana está marcada por el personalismo. Las sociedades de Latinoamérica están acostumbradas a venerar y vitorear a los presidentes, caudillos o líderes militares. No obstante, hay un país que tenía esta tradición y fue eliminada en tiempos de la transición democrática.
El país al que me refiero es México, durante los años de la hegemonía priista se le llamaba baño de pueblo, es decir, el ejecutivo entrante recorría las calles en un auto rumbo a Palacio Nacional. Las calles se decoraban con carteles e imágenes del mandatario, la gente vitoreaba el nuevo presidente y esto sucedía en dos fechas específicas: el 1 de diciembre cuando el ejecutivo asume el poder; y el 1 de septiembre cuando se rendía el informe de gobierno ante el Congreso de la Unión.
En tiempos de la hegemonía del PRI, se suspendían las clases y en los trabajos se declaraba día inhábil, para que la gente escuchara el informe. Durante el sexenio del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, el último presidente priista del siglo XX, se canceló el ritual el 1 de septiembre, también conocido como día del presidente, este fue cambiado a la tarde y dejó de ser un día inhábil.
Esto era señal de la nueva era democrática con la que se declaraba el fin del personalismo presidencial; se vaticinaba la era de la alternancia y el pluralismo y con ello la extinción del partido hegemónico. Tras la primera alternancia del año 2000, ningún presidente volvió a recorrer las calles en automóvil descapotado, sin embargo, esto no es sinónimo de acabar con el personalismo y el estilo que cada presidente busca imprimir durante su mandato.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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