Norma Piña: una jueza para la democracia

La popularidad judicial vista desde los ojos del juzgador no necesariamente debe detonar algún efecto. Al contrario, los tribunales constitucionales son conscientes de sus funciones y buscan cumplir con ellas; no obstante, ganar popularidad es visto como un factor secundario ya que su trabajo surge de un poder constituyente, que está plasmado en la Carta Magna

Por: Sebastián Godínez Rivera

Los embates contra el Poder Judicial y la amenaza de reformas para dinamitar el equilibrio de poderes, ha obligado que las y los jueces salgan de su zona de confort para hacer frente a los políticos. Sin filias o fobias, el texto analiza a la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y explica el por qué se ha convertido en una figura central para los demócratas y cuestionada por el oficialismo.

La ministra Norma Piña pertenece a la escuela jurídica en la cual los juzgadores se dedican solamente a sus tareas; ella misma dijo en una entrevista que las sentencias hablan por los jueces, dejando ver su personalidad. Su papel como cabeza del Poder Judicial está sustentada en la división de poderes, mantener el equilibrio frente a un gobierno unificado y hacer valer la Constitución. Un perfil netamente jurídico, ya que la presidenta de la Corte se mantiene alejada de los medios.

A pesar de los embates contra los y las juzgadoras, la ministra no ha caído en el juego del Presidente o el oficialismo de responder sus ataques de forma visceral. Al contrario, lo ha hecho a través de sus sentencias y lo que la fuerza gobernante no comprende, es que los reveses sufridos se deben por violaciones al proceso legislativo, el cual está plasmado en la Carta Magna. Morena afirma que el rechazo a las reformas eléctrica, de la Guardia Nacional y electoral, se deben a que la ministra está de lado de la oposición.

Una falacia en toda la extensión de su palabra Norma Piña no ha decidido con criterios políticos, sino jurídicos. Así lo ha hecho durante su trayectoria de 35 años en el Poder Judicial; la jueza no ha tenido que explicar la razón de sus votos, sus intenciones u objetivos, al contrario ahí están las sentencias y las sesiones públicas en las cuales se puede dar seguimiento a las resoluciones.

La presidenta del Consejo de la Judicatura Federal (CJF) se mantiene lejos de los medios de comunicación, incluso las pocas entrevistas que ha dado a medios escritos y televisivos son muestra del bajo perfil que maneja. Esto confirma que dentro de la formación de Norma Piña, los jueces se mantienen aislados en su trabajo y no necesariamente deben estar en los reflectores como los políticos, quienes siempre buscan las cámaras.

Mientras tanto, el oficialismo y el Presidente golpetean a la Suprema Corte por no plegarse a la órbita presidencial, como ocurrió con Arturo Zaldívar. El distanciamiento entre la Corte y Palacio Nacional fue un respiro para la democracia mexicana, luego de que la primera fuera vista como un apéndice de la 4T. La presidenta privilegió la división de poderes y devolvió a la Corte su papel como árbitro en el sistema político, aunque esto no gustó al ejecutivo.

La reforma judicial, no tiene la intención de mejorar el sistema de impartición de justicia o atender a los excluidos. En palabras del propio Ricardo Monreal, un pseudo abogado, la reforma surgió cuando Norma Piña llegó porque rompió con el diálogo republicano y entre poderes. En realidad lo que quiso decir el legislador fue que la Corte mostró independencia y esto generó molestias y el asecho contra el Poder Judicial se materializó en una propuesta autoritaria que busca decapitar al máximo tribunal, partidizar la justicia y someter los controles constitucionales.

Ante este escenario, la ministra presidenta ha dejado ver que su trabajo a la cabeza de la Corte no ha sido en vano. Piña Hernández ha declarado que se realizaron foros con víctimas, jueces, fiscales y académicos, en los cuales se abordaron los principales temas de interés; no fueron conferencias como se estila en otros ámbitos. Asimismo, la presión del oficialismo sobre la primera mujer en encabezar la Corte no ha sido cualquier cosa.

Es aquí donde la popularidad de la ministra aparece, la ciudadanía presenció no solo los embates contra una mujer en un alto cargo, sino el plan para someter al tribunal constitucional. Esto es curioso porque muchos actores políticos aspiran a la popularidad y el respaldo social, empero, para la Suprema Corte esto no modificó la actitud de los ministros y tampoco se tradujo en ego político.

Al contrario, en un discurso la ministra presidenta dijo que los tribunales constitucionales son virtuosos siempre y cuando cumplen con sus funciones, pero dejan de serlo cuando estos se someten a la Constitución. Además, agradeció las muestras de apoyo y el respaldo de la ciudadanía hacia los y las trabajadoras del Poder Judicial. Aquí reside la esencia de la popularidad y la explicación de por qué esto no ensorbeció a los ministros.

Autores como Alexandre Bickel, Julio Ríos-Figueroa o Lisa Hiblink, han establecido que la popularidad judicial vista desde los ojos del juzgador no necesariamente debe detonar algún efecto. Al contrario, los tribunales constitucionales son conscientes de sus funciones y buscan cumplir con ellas; no obstante, ganar popularidad es visto como un factor secundario ya que su trabajo surge de un poder constituyente, que está plasmado en la Carta Magna.

La popularidad judicial no debe ser un factor que influya en las decisiones judiciales, sino que ésta debe verse como un indicador de que una institución cumple con sus funciones. Eso es entendido por Norma Piña, quien agradece el respaldo y que esto no ha significado una parcialidad en las decisiones, así como considerarse algún reducto opositor, rostro de la democracia o reducto de la división de poderes. Piña Hernández ha mantenido la sobriedad e intenta mantenerse alejada de la política partidista.

Las anteojeras de la presidenta del CJF corresponden a una visión tradicional sobre el papel sobre los jueces que deben mantenerse al margen de las pasiones políticas. No obstante, esto no implica que la Corte esté silenciada o solo sea espectadora de la deriva autoritaria. Al contrario, sus declaraciones han dejado prueba que el tribunal constitucional no es una piedra estática, sino que se ha dedicado a escuchar a la gente y también responde a los inputs o outputs del ecosistema político.

En conclusión, Norma Piña se ha posicionado como una de las juezas más renombradas en México, sin que ella lo pida. Al contrario, los tiempos convulsos que vive el país la han obligado a romper la barrera con los medios y a exponerse en el tablero político. La turbulencia post electoral ha cimbrado al sistema, pero esto no implica que la Corte guarde silencio. Al contrario, es la corrección política, el debate y la sobriedad lo que ha marcado el primer año y medio de la ministra al frente de la Corte.

PD. Veremos la propuesta de reforma judicial que elaboró la Corte los próximos días y posiblemente será más rigurosa que la presentada por el oficialismo. Esta partirá del análisis y los datos.

Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.

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