Digan lo que quieran, cumplimos con las elecciones
La gente que trabajamos en el Instituto Nacional Electoral (INE) hemos entregado buenas cuentas del que fue el proceso electoral más grande de la historia. El personal del INE desde el 7 de septiembre de 2023, cuando inició formalmente el proceso electoral, hasta hoy que se escriben estas líneas, no ha terminado ya que se está a la espera de los juicios de impugnación
Por: Sebastián Godínez Rivera
La autoridad electoral ha sido descalificada por el oficialismo y la oposición, sin embargo, desde la propia experiencia laboral es posible refutar los argumentos de ambos lados. La gente que trabajamos en el Instituto Nacional Electoral (INE) hemos entregado buenas cuentas del que fue el proceso electoral más grande de la historia.
El personal del INE desde el 7 de septiembre de 2023, cuando inició formalmente el proceso electoral, hasta hoy que se escriben estas líneas, no ha terminado ya que se está a la espera de los juicios de impugnación. Sin embargo, más allá de los procedimientos y la cuestión técnica, abordaré lo que nadie les cuenta del Instituto y su personal que abonamos a la gobernabilidad del país. Puede que los resultados arrojados en las urnas no hayan gustado, pero así es la democracia, se gana y se pierde.
El 2 de junio no terminó, no solo se dan a conocer las tendencias del Programa Electoral de Resultados Preliminares (PREP) y el país se fue a dormir con felicidad o tristeza; para el Instituto apenas iniciaba una serie de jornadas extenuantes. Esa noche y la madrugada del 3 de junio, personal de las Juntas Distritales Ejecutivas, junto con las y los Capacitadores Asistentes Electorales (CAE), recibieron los paquetes que llegaban de las diversas casillas; fue la noche más largas de los comicios debido a la recepción de toda la paquetería.
Seguido de esto, las extensas jornadas continuaron con el inicio de los cómputos, los cuales implicaron sesiones para la carga de actas; cantar los resultados y la reanudación de las sesiones de consejos distritales, solo con recesos de 8 horas. Por ejemplo, si el consejo terminaba de sesionar a las 10:30 p.m, entonces esta debía reanudarse a las 6:30 a.m. del día siguiente. Cabe destacar que los cómputos se dividen por cargo, es decir, se inicia con la elección presidencial, luego con las senadurías y finalmente, con las diputaciones federales.
Para la mayoría del país, su vida siguió con normalidad, mientras en el Instituto las desveladas y el trabajo con horario de proceso electoral, todos los días y horas son hábiles y no continuaba. No es un reproche, al contrario es una muestra de la importancia de nuestro trabajo para el país, porque independientemente de algunas voces radicales que señalaban un fraude, la gente se fue a dormir con la certeza que su voto se contó y se hizo bien.
El trabajo continuó no solo en las Juntas Distritales, sino también en las 32 Juntas Locales Ejecutivas; por ejemplo, para los trabajos de fiscalización desde el 3 de junio hasta el 22 de julio, que el Consejo General aprobó el dictamen, el trabajo no paró. Hubo veces que se ingresaba a la junta con horario normal, pero muchas veces no teníamos la certeza si saldríamos esa noche o al día siguiente. Esto debido a la revisión de toda la documentación cargada por los partidos políticos y que debía ser conciliada.
La revisión de toda la documentación, su captura, elaboración de dictámenes, cambios que se solicitaban y la respuesta a quejas. Lo anterior, solo es una breve descripción de todo el trabajo realizado. Durante todo ese tiempo muchas personas sacrificaron tiempo con su familia, momentos de recreación, horas de sueño e incluso actividades hogareñas para cumplir con el cronograma y sobre todo con la democracia mexicana; eso nadie puede cuestionarlo
Ahora bien, en una pequeña ceremonia se nos comentó que el proceso salió avante y que si bien muchas veces queremos detenernos a tomar un respiro, este lo vemos lejano. El funcionario electoral no busca el reconocimiento de la gente o que se aplauda su trabajo, al contrario la vida electoralista debe cumplirse con pasión, con gusto por el trabajo y con resiliencia. El reconocimiento más grande es la gobernabilidad de este país, aunado a que las disputas post electorales se canalicen por medios correspondientes y no la violencia.
El INE no busca la popularidad como lo hacen otras instituciones, al contrario, hacemos un trabajo tan fino, pero preciso que a veces pasa desapercibido. La pulcritud del proceso electoral (correspondiente a la autoridad) repercute en la vida de todos. Mientras la mayoría va al trabajo, la escuela e incluso disfrutó sus fines de semana, se debe a que tras los comicios, perdedores y ganadores aceptaron los resultados.
El funcionamiento de una democracia reside en la capacidad de su árbitro para garantizar estabilidad post democrática; continuar con los trabajos de fiscalización dando transparencia y certidumbre a la información manejada; y que las elecciones no pierdan su condición de democracia. Para muchas personas esto no está presente, por lo tanto, optan por descalificar a una de las autoridades que mejor hace su trabajo y eso no es válido.
Detrás de cada boleta, de cada informe, casilla, conteo, hay muchas horas de trabajo y sacrificios de varios hombres y mujeres. Cuestionar sin fundamento solo es una muestra de ignorancia con el objetivo de desprestigiar los resultados arrojados en las urnas; algunos otros refutan salimos a defenderlos de la reforma electoral y ustedes no nos cuidaron, una de las frases más fuertes que he leído, pero que desnuda la estirpe autoritaria de quienes consideran que la defensa del Instituto, era por consiguiente que este se volviera parte de la oposición.
Insisto, el servidor electoral no busca los aplausos, reconocimientos, elogios o halagos sociales. Al contrario, cumplimos con una función vital para México, y así como los jueces, si dentro de este proceso la gente adopta un cariño por el Instituto es un factor extra. En el momento que nosotros aspiremos a satisfacer partidos, candidaturas o personas, entonces la función electoral se habrá pervertido, en consecuencia, se perderá la imparcialidad que nos caracteriza.
El objetivo es invitar a la reflexión sobre lo que implica trabajar en el INE; el orgullo de ser funcionario electoral, portar con amor el gafete y sus colores. Reconocer la responsabilidad que tenemos con la sociedad, pero también alzar la voz para demostrar que como cada seis o tres años, entregamos buenas cuentas a México. Las críticas son válidas, claro que existen cosas que pueden mejorarse y temas que abordar, lo que no se vale es desinformar y descalificar el trabajo de miles de hombres y mujeres a lo largo y ancho del país.
Podrán decir y acusar a todo el Instituto, pero dentro de nuestras posibilidades le entregamos a México resultados de las elecciones más complejas. Hemos garantizado la estabilidad, la gobernanza y la democracia. La estructura del Instituto cumplió con su función y entregamos buenas cuentas.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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