Populistas, partidos y el nuevo gobierno
Morena no se ha medido frente a un partido que sea competitivo y que dispute el poder de forma voraz; al contrario, el PRI, el PAN y MC no cuentan con una identidad que pueda traducirse en votos. El fracaso del 2 de junio se debe a un discurso sin impacto, candidaturas que no emocionaban y la falta de apoyo político de los presidentes de los partidos, aunado a su mala imagen ante la opinión pública. Morena ha competido mayormente sin adversarios fuertes que puedan disputar al electorado; si bien perdió en algunas partes, esto no ha mermado su estructura, como ocurrió con el PRI
Por: Sebastián Godínez Rivera
Hoy asumirá como presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer en la historia de México. Se sumará a los anales de la historia de Latinoamérica junto a Xiomara Castro de Honduras, Cristina Fernández y Maria Estela Martínez de Argentina, Dilma Rousseff de Brasil, Jeanine Añez y Lidia Gueiler de Bolivia, Ertha Pascal Trouillot de Haití, Michelle Bachelet de Chile, Dina Boluarte del Perú, Laura Chinchilla de Costa Rica, Mireya Moscoso de Panamá, Violeta Chamorro de Nicaragua y Rosalía Arteaga de Ecuador.
Sheinbaum será la decimocuarta mujer en ocupar la presidencia de un país de la región; lo cual es un logro y un día histórico para el mundo. Sin embargo, su actuar y complicidad junto a su padre político ha dejado mucho que desear; con un discurso populista intentará construir el segundo piso del autoritarismo mexicano. Antes de dejar el poder, López Obrador dejó su estructura, secretarios y discípulos en varias zonas de la Administración Pública.
No debe espantarnos que haya perfiles que repitan en el gobierno, al contrario, la lógica de esto es profesionalizar y ayudar a la consolidación de un gobierno. Pero en un sexenio en el cual la violencia de disparó, la falta de medicamentos se propagó, la persecución contra la libertad de expresión se volvió una constante y los ofensas se volvieron el estilo personal de gobernar, no hay personajes dignos de mantener un cargo en el sexenio claudista. Mientras tanto, la nueva presidenta sabe que ha heredado a una estructura leal al tabasqueño, pero no a ella.
Esto es fácil de rastrear, cuando los partidos políticos y sus integrantes no se han consolidado y fungen sólo como vehículo de un líder (López Obrador) el instituto comienza a mostrar dificultades. El politólogo Javier Garrido lo estudió a través del PRI; si bien, es posible ganar elecciones, este enfrentará dos problemas: 1) la muerte física del líder; o 2) la muerte política del fundador. Ambas, pueden dinamitar al partido debido a las diversas facciones que lo integran.
El PRI pasó estas pruebas y hasta la fecha sobrevive como la sombra de lo que fue en el siglo XX. Esto se debe a que la gran familia revolucionaria acordó dejar las armas para competir por votos, aunado a que quien llegara al poder no podría quedarse más allá de los 6 años. Incluso, Plutarco Elías Calles lo intentó a través de tres presidentes, entre 1929- y 1934 existió el Maximato, periodo durante el cual el Jefe Máximo intentó mantener el poder a través de presidencias títere.
Sin embargo, fue en 1936 durante el sexenio de Lázaro Cárdenas cuando este expulsó a todos los allegados de Calles de puestos de poder y se hizo con el control. Derivado de esto, el Jefe Máximo se retiró y el partido sobrevivió a la muerte política y luego a la desaparición física del líder. Esto nos muestra que el PRI logró su consolidación no como partido, sino como vehículo para encumbrar a un hombre en la presidencia. Además, en su momento contó con una maquinaria electoral efectiva que durante el pluralismo se fue averiando hasta el punto de reducirlo a un papel testimonial.
En el caso de Morena, es plausible su poder electoral y de competencia; pero el oficialismo no es un partido fuerte, ya que ha estado relegado a la voz de López Obrador. Como estableció Larry Diamond algunos ejecutivos son exitosos debido a la falta de personajes en la oposición y a sus torpezas. Morena no se ha medido frente a un partido que sea competitivo y que dispute el poder de forma voraz; al contrario, el PRI, el PAN y MC no cuentan con una identidad que pueda traducirse en votos.
El fracaso del 2 de junio se debe a un discurso sin impacto, candidaturas que no emocionaban y la falta de apoyo político de los presidentes de los partidos, aunado a su mala imagen ante la opinión pública. Morena ha competido mayormente sin adversarios fuertes que puedan disputar al electorado; si bien perdió en algunas partes, esto no ha mermado su estructura, como ocurrió con el PRI.
Ahora bien, Sheinbaum carece de carisma y es de recordar que esta no se traspasa de un personaje a otro. La gente ha votado por Morena, pero dependerá mucho de la nueva presidenta y sus aciertos para mantener esta racha de victorias, aunado a una mediocre oposición. Además, las huestes del obradorismo se han incrustado en el legislativo, el partido y los gobiernos estatales los cuales pueden ser un arma de doble filo.
Asimismo, Morena carece de la disciplina partidaria del PRI debido a que se construyó con perfiles perredistas, panistas, priístas, evangélicos y socialistas. La pluralidad de ecosistemas con los que cuenta son difíciles de mantener en orden; tan solo durante el proceso interno de 2023, Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard cimbraron la estructura y amagaron con romper. Ahora que tienen cargos en el gabinete y el congreso se les ha pagado, no sin antes darles un raspón; la derrota de Catalina Monreal en la alcaldía Cuauhtémoc y la posible nulidad del triunfo del marcelista en Alvaro Obregón de Javier López Cazarín.
Aunque muchos ven en Morena a una máquina imbatible, lo cierto es que esto se debe a la desorganización y falta de estructura opositora. Los errores del gobierno saliente no pudieron ser capitalizados, aunado a que el oficialismo exhibió los acuerdos políticos entre partidos que revelaron su ya conocida corrupción. Insisto, hay que leer a Javier Garrido para comprobar que Morena no se ha consolidado y a Diamond para entender el fracaso de la oposición.
Mientras tanto, hoy primero de octubre iniciamos otra administración que no tendrá un camino fácil, una oposición inútil y una sociedad enamorada del populismo lopezobradorista.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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