Bienvenido Ronald Johnson
Sin embargo, más allá de hablar sobre el presidente, es pertinente analizar la trayectoria del embajador Johnson. En México, los comentaristas se han centrado en una revisión superficial de su currículum de que perteneció a la élite de las Boinas Verdes o que es un coronel en retiro. No obstante, Johnson cuenta con otras credenciales que quizá no ha revisado la administración Sheinbaum

Por: Sebastián Godínez Rivera

Donald Trump ha sorprendido al mundo con los perfiles que ha nombrado en su gabinete, pero también lo ha hecho en México con el nombramiento que fue aprobado por el Senado norteamericano y que será el próximo embajador, Ronald Johnson. Su aparición en el escenario binacional es una muestra de cómo está ejerciendo el poder para su segundo mandato. La mano dura y el radicalismo son la marca de un Trump 2.0.
Sin embargo, más allá de hablar sobre el presidente, es pertinente analizar la trayectoria del embajador Johnson. En México, los comentaristas se han centrado en una revisión superficial de su currículum de que perteneció a la élite de las Boinas Verdes o que es un coronel en retiro. No obstante, Johnson cuenta con otras credenciales que quizá no ha revisado la administración Sheinbaum.
Las Fuerzas Especiales del Ejército de Estados Unidos, conocidos como boinas verdes son una rama élite de la milicia estadounidense. Su formación se basa en contrainsurgencia, defensa interna, reconocimiento especial y operaciones de información. Este sector especializado surgió en los años cincuenta y debutó en operaciones como la Guerra de Corea, Vietnam, Haití, El Salvador, Guatemala, la Guerra del Golfo y Afganistán, por mencionar algunas.
Johnson, entre 1984 y 1998, sirvió en el ejército de los Estados Unidos y se retiró como coronel de las fuerzas especiales. Antes, sirvió en la Guardia Nacional del Ejército de Alabama, donde se enlistó como soldado raso en 1971 y alcanzó el rango de capitán antes de pasar al servicio activo en 1984. Además, trabajó en la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
A inicios de la década de los 80, el militar dirigió operaciones especiales en Centroamérica contra la guerrilla de izquierda, Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional en El Salvador y en Nicaragua contra el entonces Frente Sandinista de Liberación Nacional. En 1984 participó en el Batallón en Panamá, en ese entonces gobernaba el militar Manuel Noriega (1984-1989) quien había sido un aliado de Estados Unidos. Luego de rebelarse a la Unión Americana, los marines invadieron el país y Noriega fue derrocado.
Durante la década de los 90 fue una de las piezas clave para detectar criminales de guerra en la zona balcánica, Europa Oriental. Recordemos que tras la caída del socialismo real, se desintegró la entonces Yugoslavia y se fragmentó en varias naciones; Johnson era el encargado de identificar criminales de la conocida Guerra de los Balcanes.
Tras su retiro en 1998, se convirtió en asesor de inteligencia del Comando Sur y colaboró en tareas de investigación junto a otras agencias como el Departamento de Estado, los CDC, el FBI, el Departamento de Seguridad Nacional, USAID y otros. Su amplia experiencia militar está respaldada en las operaciones en las que ha participado; también tuvo un papel central en el primer gobierno de Donald Trump (2019-2022) como embajador en El Salvador.
Johnson ha sido señalado de complicidad con el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, de permitir la violación de derechos humanos, la implantación del estado de excepción y el combate frontal a las pandillas mediante la mano dura. Asimismo, se considera que él presionó al ejecutivo centroamericano para que detuviera la migración proveniente de su país y de otros más al sur, en aras de frenar el ingreso de indocumentados a la Unión Americana.
La propuesta para la embajada norteamericana en México no es un hecho aislado y tampoco es símbolo de la radicalización de Trump. A esto se suma que el anterior embajador, Ken Salazar, fue muy pernicioso con México en asuntos como el combate al crimen organizado, el tráfico de estupefacientes y la migración. Tres temas que sirvieron a Trump como combustible para su campaña de 2024 y que lo regresó a la Casa Blanca.
También los Estados Unidos han presenciado que México ha transitado hacia un régimen híbrido, es decir, una democracia que mezcla elementos autoritarios. Cabe destacar que al vecino del norte no le interesa la forma que adopte su vecino del sur, pero si está dispuesto a obligar al freno de la migración y la ola de drogas que diariamente entran a su país. La Unión Americana no ha visto interés en México para cooperar contra el combate del crimen y Johnson es la muestra de que la administración Trump presionará al sur del Río Bravo.
El gobierno mexicano se ha envuelto en un nacionalismo ramplón y en vez de encabezar una estrategia y un plan coordinado para responder a Estados Unidos, ha preferido envolverse en la demagogia. El discurso del antiimperialismo ha sido una constante de gobiernos populistas en América Latina, sin embargo, este no resuelve la problemática y tampoco brinda escenarios que aligeren la tensión con el vecino norteño.
El próximo embajador no solo es muestra de la dureza con la que Trump planea gobernar los siguientes cuatro años, sino que es un pilar para su política exterior en toda América. Johnson es el rostro de la materialización del Destino Manifiesto, la negociación y la apuesta por someter a socios comerciales y de la doctrina iliberal que encabeza Donald Trump, con la cual se ha visto seducido y admirado a otros líderes que marcan el ritmo en el concierto internacional.

Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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