La narrativa de un año que dejamos atrás

Por: Mauricio Flores *

Tres, cinco, diez…, cuántos años tendrán que trascurrir a fin de que se logre escribir la narrativa ideal de la pandemia del 20-21. O puede que más, ¿o menos?, sin olvidar la medular consideración del esto no se acaba hasta que se acaba, puesto que virus y enfermedad marcan aún presencia planetaria, y lejos estamos de haber superado la prueba.

Qué se llevó el 20. Qué nos dejó.

Partiendo de la primera interrogante, Carlos Velázquez y Alonso Pérez Gay se dieron a la tarea de reunir un conjunto de textos que hablaran sobre el tema, la temida por todos pandemia, entre narradores mexicanos en activo. Tal vez un poco al azar, coincidirá el lector, hecho que no demerita el resultado, lo mismo crónica, ensayo personal y hasta reporte emocional.

Lo que el 20 se llevó es un libro fresco. También diverso. En el que nos reencontramos con la narrativa de autores como Guillermo Fadanelli, Ana Clavel o Iván Ríos Gascón, y donde además descubrimos firmas, estilos en formación, de otros como Fernanda Pérez-Gay, Ramiro Sanchiz o Carmina Narro.

Un libro que recoge veinte instantáneas personalísimas del año superado y que en su reunión logra la panorámica de ese pedazo de tiempo donde “el aburrimiento, la necesidad de retomar la actividad económica y la desesperación nos empujaron a intentar recuperar ese paraíso pedido”.

Año en que de acuerdo a Vázquez y Pérez-Gay vivimos “algo parecido a un despertar”. “Mientras comenzamos a realizar el recuento de los daños y ser conscientes de lo que el año se había llevado, el semáforo estaba en su rojo más fulgurante y nos dimos cuenta que las cosas estaban lejos de terminar”.

“Si piensan que ya se ha escrito todo sobre la pandemia basta asomarse a estas páginas para encontrarse con historias que todavía no habían sido contadas”, añaden los coordinadores deLo que el 20 se llevó. “La música, el cine, el sexo, los meseros, etcétera, conviven aquí sin necesidad de ser sanitizados”. El libro es “el abrazo que sí podemos darnos sin miramientos, el abrazo de papel”.

Resume bien Ríos Gascón: “El 2020 barrió con todo de un plumazo. Alguien devoró un quiróptero y el veneno escapó de China a mil por hora y de inmediato se esparció en otros continentes, países y ciudades. Ese virus de hipotética genealogía murciélaga, forjó la distopía del siglo XXI, hasta entonces alojada en el imaginario de nuestra generación con la remembranza de otros tiempos, otras catástrofes genuinas o ficciones por la historia, la literatura y el cine”.

Miedo extendido

Un año que permanecerá en la historia y en la literatura… El año que “dejamos de tocarnos” y donde “el beso, el abrazo, el saludo de mano, antaño expresiones de afecto pero los principales motores de transmisión”, se erradicaron casi por completo. “Usamos caretas y cubrebocas. El miedo se extendió a las expresiones dactilares. Ahora evitamos tocar las superficies. Nos untamos gel. El agua y el jabón son los preservativos, como el condón desde el brote del sida”, dixit Ríos Gascón.

Algo se llevó el 2020. Algo nos dejó.

De entre lo segundo, Sanchiz (narrador uruguayo) destaca las peguntas por “el rol del Estado, por la regulación, por las inmunopolíticas, por los límites de lo humano y nuestra relación a gran escala con el planeta que habitamos”.

“Habremos generado ideas”, confía Sanchiz, “nos habremos reinventado una vez más y, por eso, no hay vuelta atrás. Nuestra vida es otra, nosotros somos distintos. ¿Quién dijo que la historia había llegado a su fin? Un virus acaba de rebootearla. ¿Y quién dijo que el futuro se había extinguido? Ahora sabremos que no será como lo habíamos esperado, pero que aún así vendrá: incomprensible, weird, y fuera de control”. 

Atrás va quedando la pandemia. La memoria sobre ella comienza.

Lo que el 20 se llevó, Carlos Velázquez y Alonso Pérez Gay, coordinadores, Cal y Arena, México, 2021, 184 pp.

* @mauflos