Por: Mauricio Flores *
“La vida no es corta ni larga, ni feliz ni infeliz: es vida”, escribió Juan García Ponce.
Ensayista de prosa distinguida, narrador inmenso quien, acompañado de muchos otros creadores de su generación, pero especialmente del cronista por excelencia, Carlos Monsiváis, transitó por un México en transformación y de ruptura.
Un México que tiene en el año de 1968 fecha clave.
La del movimiento estudiantil que ambos, García Ponce y Monsiváis, vivieron lo más cercanamente posible.
Los dos, unos disidentes.
Como queda de manifiesto en Carlos Monsiváis y Juan García Ponce. Vasos comunicantes en el arte y la literatura, catálogo en circulación (limitada de manera impresa pero de acceso gratuito en museodelestanquillo.cdmx.gob.mx) resultado de la exposición correspondiente, recientemente concluida en el Museo del Estanquillo, recinto que resguarda las colecciones del narrador de Portales.
Qué otro suceso sino el movimiento estudiantil, trascendente y vital, como para unir a dos de las grandes inteligencias literarias y artísticas del siglo XX mexicano.
De modo que al acercarnos Carlos Monsiváis y Juan García Ponce. Vasos comunicantes en el arte y la literatura, lo hacemos a esas jornadas libertarias de hace ya cincuenta y cuatro años.(De Monsiváis son las crónicas sesentayocheras más difundidas, más oportunamente publicadas; de García Ponce es la novela cumbre de aquella experiencia, Crónica de la intervención).
Pero también a los frutos de sendas generaciones (literaria y plástica): las de medio siglo y la de la ruptura, integradas por Salvador Elizondo, José Emilio Pacheco, Rosario Castellanos, Inés Arredondo, Tomás Segovia y Juan Vicente Melo, la primera, y Arnaldo Coen, Alberto Gironella, Fernando García Ponce, Francisco Corzas, Gabriel Ramírez, Lilia Carrillo, Manuel Felguérez, Roger von Gunten y Vicente Rojo, la segunda.
Y hasta a cierto talante jocoso de ambos personajes —la sonrisa en el rostro, el vaso de güisqui en la mano— en una lectura que aporta una profusa información acerca de los mundos intelectuales de los personajes: Monsiváis (1938-2010), García Ponce (1932-2003).
“Los dos eran unos disidentes”, dice el novelista, crítico y académico Hernán Lara Zavala, “fueron polos complementarios”.
Con intereses artísticos confluyentes, como lo muestran las cuatro secciones de la edición encabezada por María Luisa Passarge: 1968: la revolución de las ideas, Nueve pintores mexicanos, Correspondencias literarias y Correspondencias plástico-literarias.
Completa la edición un texto Adolfo Castañón titulado “Dos ventanas, dos espejos”, donde el crítico observa una suerte de cosmopolitismo dual.
“El impulso hacia la libertad y hacia una idea liberal y más libertaria del mundo los identifica profundamente. Esa conciencia cultural los hermanó con otras mentes afines”.
(Para la exposición, como para su correspondiente edición, se reunieron alrededor de 250 materiales entre fotografías, libros, revistas, documentos y obras de arte, la mayoría de los cuales pertenecieron a Monsiváis o García Ponce, y se apoyó el discurso curatorial con préstamos de coleccionistas e instituciones).
Vasos comunicantes…, cuyo título proviene de la obra de André Breton, da cuenta de colaboraciones fundamentales de ambos personajes, entre las que destacan “Nueve pintores mexicanos” (Monsiváis), y se reproducen portadas del gran número de libros publicados por García Ponce.
Dos vidas dedicadas al arte, con mucha pasión, pero también a la vida misma, como lo advierte Monsiváis: “No puedo hacer un resumen de mi vida, porque está conformada por varias épocas y circunstancias, libros, amistades y pleitos, y eso sólo admite resúmenes parciales”.
Carlos Monsiváis y Juan García Ponce. Vasos comunicantes en el arte y la literatura, Museo del Estanquillo, México, 2022, 152 pp.
* @mauflos