Andrei Kurkov, narrador ucraniano
Por: Mauricio Flores
La guerra en Ucrania entró a su tercer mes.
Casi cien días bajo la metralla de la poderosa Rusia.
Asediados los bienes naturales y económicos, las personas y la cultura, las mismas letras que en su diversidad amasan la vieja historia eslava.
De los fundadores Gógol y Bulgákov a los redivivos Shevchenko, Frankó y Ukraínka. Entre los acogidos Conrad, Roth, Nemirovsky, Lispector y los más actuales Andrujovich y Kurkov.
Narrativa de resistencia, a pesar de…, como nos la muestra en su entrañable y emblemática novela AndreiKurkov (1961), Muerte con pingüino, donde la insospechada amistad entre Viktor (periodista-escritor que pasa por malos momentos) y Misha (un ave marina que tiende a la depresión) sirve como escenario para imprimir la panorámica de la sociedad ucraniana. Humor negro, sí, pero a un tiempo luminoso y esperanzador. Negro y blanco, como las pieles de los pingüinos.
Trama, personajes y ritmo de esta Muerte con pingüino (también disponible del autor en español El jardinero Ochákov) con resabios de los años rusos, aún cercana la tragedia de Chernóbil, colocan al personaje principal en situaciones límite. Y es que resulta que su tarea como periodista es redactar adelantos de notas necrológicas, que, al cabo de poco tiempo, se harán actuales y publicables, producto de la muerte de los abreviados.
“De haber sido poeta”, leemos, “la rima habría fluido por la hoja en blanco. Pero no lo era. Estaba a caballo entre el periodismo y prosa mediocre. Relatos breves era lo mejor que sabía hacer. Muy breves, demasiado breves para vivir de ellos, aunque se los pagasen”.
Recorriendo los caminos de un otoño, “la estación de la naturaleza muerta, la melancolía y la búsqueda del pasado”, Viktor llegará al invierno “en sí mismo jubiloso, propicio para la vida con su frío vivificante y su nieve cegadora al sol”, y con ello a la extraña relación con Misha. Ave proveniente de la Antártida y a la que considera su hija.
Pero en el avance de Muerte con pingüino, a la relación Viktor-Misha se incorporará Sonia, la verdadera hija del primero, consiguiéndose un triángulo de empatía que los lleva a tardes de “helados y caramelos”. “Por las tardes, mientras veían un episodio nuevo de alguna teleserie mexicana, aunque Viktor no hacía mucho caso, tenían una sensación de paz y tranquilidad”.
Traducida por Mario Grande y Mercedes Fernández, Smert´sPostoronnego evoca esa poco atendida novela del alemán GünterGrass (1927-2015), La ratesa, donde un roedor le habla a un hombre de los peligros que acechan a la humanidad. A diferencia de aquella, Muerte con pingüino contagia una suerte de
anhelos, aun en medio de cada uno de los ladrillos con los que Viktor se construye “el muro de la soledad que le rodeaba”.
“La vida es una carretera y si uno se desvía, el trayecto es más largo. Y el proceso es más importante que el resultado, porque al fin y al cabo la meta es siempre la misma: la muerte”.
Promotor literario
Activo en redes sociales, Kurkov denuncia las consecuencias que está dejando la guerra de Rusia en contra de Ucrania, país en el que se arraigó, todavía en la era soviética, para promover la literatura y las ediciones independientes. Andrei escribe desde muy niño y sus libros han sido traducido a más de treinta idiomas.
(Dos declaraciones suyas bien acompañan la lectura de Muerte con pingüino. Uno: “Hago lo que puedo. Escribo sobre la guerra, explico las razones detrás de esta guerra. Intento comprender la mentalidad de Putin, que es muy frágil, muy viejo, que se esconde, que no quiere hablar con la gente, y cuyo círculo de allegados es demasiado pequeño”. Y 2: “Creo que los escritores deben permanecer en el país donde escriben. Porque si un escritor se convierte en un exiliado, no solamente pierde el contacto con la gente de ese país. Pierde los temas, las historias, y nunca será capaz de entender a la gente de un país nuevo: escribirá sobre el exilio y la vida de los exiliados”).
“La vida no merece tantas angustias”, leemos en Muerte con pingüino.
A incluirse en ellas la de la guerra.
AndreiKurkov, Muerte con pingüino, BlackieBooks, Barcelona, 2022, 280 pp.
@mauflos