El Zócalo y el Presidente
Los eventos pueden parecer novedosos para un presidente de la era reciente, sin embargo, al revisar las páginas de la historia política mexicana nos muestra que no es así. Durante la época hegemónica del PRI (1929-1997) el 1 de septiembre, día en que el Ejecutivo presentaba su informe ante el Congreso de la Unión, era conocido como el Día del Presidente. El mandatario antes de arribar al recinto legislativo hacía un recorrido en un carro descapotado y era vitoreado por la gente durante el trayecto
Por: Sebastián Godínez Rivera
El sábado el Presidente realizó otro acto para conmemorar su victoria de hace 5 años, no es nuevo, ya que el mandatario ha instaurado el hábito de realizar estos informes o magnos eventos cada tres meses. Éste a diferencia de los anteriores, se engloba entre el ocaso de su gobierno y la elección anticipada de Morena, del que surgirá el Coordinador de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, en otras palabras el candidato presidencial.
Los eventos pueden parecer novedosos para un presidente de la era reciente, sin embargo, al revisar las páginas de la historia política mexicana nos muestra que no es así. Durante la época hegemónica del PRI (1929-1997) el 1 de septiembre, día en que el Ejecutivo presentaba su informe ante el Congreso de la Unión, era conocido como el Día del Presidente. El mandatario antes de arribar al recinto legislativo hacía un recorrido en un carro descapotado y era vitoreado por la gente durante el trayecto.
Ernesto Zedillo cambió el horario del informe y finalmente, Vicente Fox eliminó la obligación de que el Presidente asistiera a dar lectura de su informe. Volviendo al análisis del presidente López Obrador, su objetivo es dar pequeños informes y hablar de sus logros de gobierno, solo que se ha cambiado San Lázaro por la Plaza de la Constitución, la cual tiene un significado político ya que ha sido su principal espacio de protesta y también de festejo.
La particularidad de estos eventos, es que se rompe con la formalidad política y el tradicionalismo, optando por un modelo popular y populista. Los discursos de presidentes en el Zócalo no son nuevos, Lázaro Cárdenas en 1938 convocó a las masas cuando anunció la expropiación petrolera; en 1960, Adolfo López Mateos celebró la nacionalización de la industria eléctrica; y José López Portillo, en 1982, habló sobre la nacionalización de la banca y la gente acudió a respaldarlo.
El objetivo es mostrar apoyo al mandatario, pero hay otra variable y es que durante los ejemplos antes mencionados, el mensaje enviado era de apoyo a la Revolución Institucional, ahora, el respaldo es para la Revolución sin violencia, como lo ha calificado el Presidente. López Obrador pretende elevar sus acciones de gobierno cotidianas a uno superior y con ello nutrir su retórica revolucionaria, como él mismo la concibe.
Mientras que en la lógica populista, este tipo de técnicas se utilizan para demostrar que tiene un respaldo de la mayoría o de lo que se conoce como pueblo. Ejemplos en la última década ha habido muchos como en la Argentina kirchnerista, la Venezuela chavista, el primer lulismo en Brasil, el correísmo ecuatoriano o el orteguismo nicaragüense. Las grandes manifestaciones, las mantas y fotos de apoyo al mandatario no son exclusivos de México y del lopezobradorismo.
En esta última administración se han vuelto más visibles, sobre todo porque la lógica y el actuar del Presidente de movilizaciones y luchas sociales. El intentar encasillarse dentro del modelo tradicional de discursos acartonados y lenguaje redundante no es algo que el mandatario disfrute, en cambio viajar por el país y hablar de forma más simple ante las masas, le permite activar su arma más poderosa que es el carisma.
Empero, este informe se enmarca en la recta final del gobierno y parece que el Presidente está ignorando la regla no escrita del presidencialismo, de acuerdo con Enrique Krauze al quinto año, el poder del presidente se reduce y el candidato a sucederlo comienza a cobrar relevancia. Hago mención de esto, ya que actualmente ha iniciado el proceso para nombrar la candidatura presidencial de Morena y esto ha estado acaparando la atención de la opinión pública.
A diferencia de lo que ocurrió con su antecesor, Enrique Peña Nieto, López Obrador gobernará hasta el último minuto de su sexenio. Buscará mantener viva su imagen política, porque su principal ambición es pasar a la historia como un buen Presidente, así lo expresó el 1 de julio cuando ganó la presidencia. Parece que no ha tomado en cuenta la reducción de su poder y que mientras más se acerque el inicio del proceso electoral 2023-2024 su relevancia pasará a segundo término. En vez de una conclusión, quiero dejarle a los lectores una pregunta para reflexionar, y ésta es ¿El tlatoani
Sebastián Godínez Rivera
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.