Por favor, ya no hablen de partidos ¿sí?
La deriva autoritaria mexicana ha dejado al descubierto otra crisis y ésta es la de los partidos políticos. Más allá de explicar las obviedades de la falta de programa político, candidatos y desbandadas, esto merece un análisis profundo porque al igual que en la medicina, se puede hacer un diagnóstico de la salud de éstos
Por: Sebastián Godínez Rivera
Sebastián Godínez Rivera
La opinión pública habla constantemente de la crisis de los partidos sin profundizar en las causas. Se han vuelto tendencia las discusiones sobre los institutos y su devenir: si van a desaparecer, si se van a unir, si habrá traición o solo tendrán un papel testimonial. Por eso quisiera retomar una frase del célebre libro de Guadalupe Loaeza, Las niñas bien, cuando en una cena una persona implora que se deje de hablar de política. En ese sentido yo la modificaría por por favor, ya dejen de hablar de partidos, ¿sí?
La deriva autoritaria mexicana ha dejado al descubierto otra crisis y ésta es la de los partidos políticos. Más allá de explicar las obviedades de la falta de programa político, candidatos y desbandadas, esto merece un análisis profundo porque al igual que en la medicina, se puede hacer un diagnóstico de la salud de éstos.
Tomando en cuenta su existencia de los institutos en la historia electoral; el desgaste en el ejercicio del gobierno; las élites; y por último, la autocratización de los liderazgos. Los partidos de la transición, PRI, PAN, PRD, han quedado reducidos a unas cuantas gubernaturas y algunos escaños a nivel federal y local. El fenómeno lopezobradorista rompió el sistema partidista y habrá que repensar en su reestructuración y su devenir.
El PRI es el partido más longevo existente, el que durante años fuera el partido hegemónico y autoritario, ahora se encuentra en una grave crisis. En sus años dorados gobernó la totalidad del territorio, actualmente solo tiene dos entidades. El tricolor ha sido víctima de su desgaste, los malos gobernantes emanados de sus filas y la imagen que más pesa es la corrupción.
En otros tiempos, las inconformidades eran saneadas dentro del seno priista. Ahora, son públicas y las confrontaciones se traducen en renuncias de ex gobernadores, ex legisladores y dirigentes. Asimismo, su pragmatismo político, ya que siempre se identificó como un partido de centro, sus oscilaciones entre el nacionalismo y el liberalismo lo han hecho perder la brújula política.
Su presidente nacional logró extender su mandato hasta 2024, cuando antes había dicho que terminaría su periodo en 2023. La autocratización del partido es nociva, ya que la visión de una sola persona no es benéfica para un instituto, pues se pretende establecer una sola visión. Los enfrentamientos contra ex liderazgos de partidos, legisladores y dirigencias estatales, sólo debilitan al partido.
Morena atrajo a bases fuertes del campo y populares, el discurso nacionalista del siglo XX captó la atención de varios liderazgos y arrebató la bandera de justicia social. Finalmente, el PRI pareciera estar condenado a su extinción si no se refunda y forma un nuevo acuerdo que fortalezca a la militancia, además de presentar un programa que sea atractivo y moderno.
Por su parte, Acción Nacional (AN) que a lo largo del siglo XX fue el principal adversario del PRI, tan solo gobernó 12 años el país y pareciera que esto fue suficiente para desgastar su imagen. Señalado porque uno de sus presidentes inició la denominada Guerra contra el narcotráfico, los altos índices de inseguridad y algunos personajes de sus filas vinculados al partido, han generado un desencanto.
El partido albiazul ha perdido el rumbo de su programa y las disputas entre corrientes, la visión más conservadora contra una visión que busca plantear posturas más progresistas. El PAN cuenta con cerca de 200 mil afiliados, pero esto no ha sido suficiente para construir un discurso convincente hacia los sectores que no comulgan con el morenismo. Han decidido apostar a la polarización y el enfrentamiento con el Presidente, lo cual es atractivo, pero no han construido una oferta política para que sus simpatías crezcan.
Por último, la reelección de su líder nacional ha generado críticas de varios militantes y perfiles históricos como Francisco Barrio y Ernesto Ruffo, quienes han considerado que el PAN ha perdido sus raíces. El instituto se ha reducido a cinco gobiernos estatales y se ha convertido en la segunda fuerza en el congreso federal. Acción Nacional necesita retomar sus postulados e identificarse con sus principios históricos y desde adentro construir un programa que sea coherente y moderno para la ciudadanía.
Finalmente, el PRD, el partido de izquierda que en 1997 arrebató por primera vez al PRI la capital del país, ahora está condenado a un papel testimonial. No gobierna ningún estado y su bancada en el Congreso es de 15 personas. Alguna vez abanderaron a López Obrador, pero éste les quitó su base social cuando formó Morena. El Sol Azteca está eclipsado por pugnas internas y un programa de izquierda que no se termina de entender, pues ellos se autodenominan la verdadera izquierda.
La asociación con sus dos rivales históricos ha generado una ola de críticas, sobre todo porque la historia perredista estuvo marcada por las luchas y defunciones de varios de sus militantes. Su crisis se remonta a la firma del Pacto por Méxicojunto al PAN y al PRI. No se niega que en política los acuerdos son necesarios, pero la unión de partidos antagónicos y con ideologías distintas, genera confusión a los ojos de la sociedad.
Como vemos los tres partidos tienen problemas similares y atraviesan crisis internas, las cuales impiden que haya una formación de una propuesta que sea atractiva. Los actores antes mencionados han optado por sumarse a la polarización, pero no han entendido el llamado que les hace la sociedad mexicana, consideran que sumarse a las causas ciudadanas son el remedio para sus crisis y no es así.
El diagnóstico
Identifiqué tres rubros en los cuales los partidos coinciden y los cuales explicaré brevemente para que el lector conozca las causales de las crisis que viven los partidos.
-Pragmatismo político: la falta de ideología de los partidos políticos mexicanos ha sido una constante en las últimas décadas. Su movimiento pendular entre la derecha y la izquierda genera que en México la gente no los identifique dentro del espectro político. La realidad es que la ciudadanía se siente atraída por los personajes que emanan del partido y no tanto por una identidad.
Como escribió Bernard Manning, la sociedad mexicana se ha convertido en una democracia de audiencias, en la cual las personas son más atractivas que las propuestas o la ideología. Con la derrota que sufrieron en 2018, los institutos están forzados a replantear sus principios y a generar una ideología, incluso en estos momentos en el que se han coaligado, son vistos en la retórica y para algunos ojos como lo mismo y no es así.
-Los mismos de siempre: de acuerdo con Gaetano Mosca, la rotación de élites es necesaria para evitar que estallen revoluciones o revueltas en la sociedad. Esto también aplica para los partidos políticos, la realidad es que las personas que ahora buscan encabezar la oposición tienen larga data en la política.
El giro de las élites inyecta vitalidad y brinda oportunidades a nuevos perfiles para que el partido se renueve. Sin embargo, el encasillamiento de los liderazgos en las cúpulas ha generado inconformidad que se traduce en desbandadas. Aunado, a la permanencia de sus dirigencias que no han dado los mejores resultados electorales, pero sí han devenido en confrontaciones y prácticas autoritarias.
-La retórica triunfalista: los partidos políticos desde 2021 han repetido que Morena no es invencible, ya que arrebataron nueve alcaldías de la Ciudad de México y la mayoría calificada en el Congreso al oficialismo. Si bien fue un triunfo relevante, la realidad es que Morena arrebató 11 estados de 15 que estaban en disputa. El lopezobradorismo creció drásticamente y poco a poco ha ido reduciendo a la oposición.
Es necesario hacer una autocrítica sobre su estrategia y lo que en realidad está pasando con ellos. El negar la realidad política y las cifras, generan que tampoco sean vistos con buenos ojos por parte de la sociedad, ya que los tres partidos sostienen que ya ganaron, pero estos se desdibujaron a nivel nacional.
En conclusión, la oposición necesita hacer una introspección para corregir el rumbo que hasta el momento han recorrido. Si los partidos se niegan a reconocer sus debilidades y no inician un proceso de refundación, estos seguirán desdibujándose. Además, de escuchar las demandas y opiniones de la población, no con simulaciones o dejándoles de lado ya que al final de cuentas son ellos quienes deciden si un partido continúa o se extingue.
Sebastián Godínez Rivera
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.