Linchamientos, post verdades y desinformación
La infodemia es un concepto utilizado para definir a la abundancia de información o contenido sobre un tema específico y aunque el término surgió durante la pandemia de Covid-19, la realidad es que ha llegado para quedarse. Muchos han sido los polémicos temas que se han abordado en México y el mundo que generan debate, como debe de ser en toda democracia, sin embargo, es la calidad de los argumentos la que debe analizarse con mayor rigurosidad
Por: Sebastián Godínez Rivera
La polarización ha llegado a niveles altos entre los simpatizantes y detractores, sin embargo, uno de los sectores más denostados y menospreciados ha sido la academia. En tiempos electorales surgen un sinnúmero de noticias falsas, fake news o post verdades y a esto se le llama infodemia, de acuerdo con el filósofo surcoreano Bin Chul Han.
La infodemia es un concepto utilizado para definir a la abundancia de información o contenido sobre un tema específico y aunque el término surgió durante la pandemia de Covid-19, la realidad es que ha llegado para quedarse. Muchos han sido los polémicos temas que se han abordado en México y el mundo que generan debate, como debe de ser en toda democracia, sin embargo, es la calidad de los argumentos la que debe analizarse con mayor rigurosidad.
En los regímenes democráticos y plurales el debate es un pilar fundamental, esto permite que se fortalezcan las visiones y se haga un contraste entre las diversas posturas existentes. Empero, la post verdad o fake news se han tornado en argumentos para descalificar otras visiones, al punto de llegar a la violencia verbal. Autores como Ignacio Ramonet en La era de la conspiración estudia cómo en Estados Unidos bajo la era Trump, las fake news cobraron relevancia en la opinión pública y hasta surgieron varios canales que las difundían.
El escenario no es distinto en México, desde la mañanera en Palacio Nacional el presidente diariamente dice verdades a medias, pero no es el único lamentablemente. El oficialismo suele repetir esta estrategia y cae en la espiral de post verdades, cómo decir que México tiene las elecciones más caras del mundo; que el peso se fortalece gracias a López Obrador o que los casos documentados de corrupción durante ésta administración son mentiras.
Asimismo, algunos sectores opositores también han caído en este modelo, en fotos o en páginas de internet se han difundido opiniones que en algunos casos suelen estar sesgadas y en otros son inciertas. Algunos plantean escenarios muy controversiales como la toma de instituciones, levantamientos armados y otros que apuestan por la violencia. Es preocupante que en las sociedades polarizadas haya posturas radicales que se sostienen en fake news.
El objetivo de este texto es llamar a la reflexión y ver hacía dónde está caminando el país, porque en un contexto donde la post verdad se fortalece, aunado a la amenaza a las autoridades electorales, el marco legal, la pluralidad, a sectores más moderados de la ciudadanía y la academia entre otros. El radicalismo se ha convertido en la punta de lanza para los debates que denostan y minimizan los argumentos y aquí es donde entra el menosprecio a la academia.
En las redes sociales he tenido la oportunidad de leer cómo algunos destacados juristas, politólogos, sociólogos, periodistas, analistas, gente que trabaja en las instituciones electorales entre otros, son denostados por el oficialismo y la oposición al argumentar de forma sensata y con datos. Las críticas versan principalmente en que los analistas no conocen la realidad, solo escriben, no salen a la calle y solo critican sin hacer algo al respecto.
En estas líneas quiero hacer una crítica y una defensa de los argumentos que se dan dentro de la academia, el estudio del Derecho o las Ciencias Sociales tienen el objetivo de explicar los fenómenos que surgen en la realidad y para ello se hace con argumentos. Denostar o incluso subir la temperatura del debate al no conseguir una respuesta satisfactoria a lo que uno espera no debe ser motivo de linchamientos digitales o menosprecio.
La sociedad debe de entender que abordar temas espinosos dentro de la opinión pública seguramente serán gestores de debates, pero no por ello deben minimizarse o cancelarse opiniones. Vivimos en una sociedad interconectada por las redes sociales, las cuales han facilitado el acceso a la información, pero también se han vuelto en medios para linchar a las opiniones distintas, como lo destaca Ana María Olabuenaga en su texto Linchamientos digitales.
Son válidas las opiniones, siempre y cuando estén fundamentadas, no erosionen a terceros o fortalezcan la pluralidad. La academia en México y en todo el mundo atraviesa tiempos duros, la rigurosidad de los datos y argumentos pretende ser sustituida por las emociones o escenarios inexistentes que terminan siendo un motor para el radicalismo.
Universidades como Harvard en Estados Unidos, Oxford en Reino Unido o la propia UNAM de México, son acechadas por el autoritarismo y las fake news; la descalificación a la abogacía y tildarla de solo procurar la ley y no justicia es un error; o en las Ciencias Sociales adjudicarles una ideología para denostar los estudios, investigaciones y producción académica, sin duda es algo inválido.
El siglo XXI no dista mucho de la Edad Media o la era del oscurantismo como se le denomina, sino que son las y los académicos, las voces argumentativas y algunos perfiles críticos quienes son objeto de linchamiento mediático, En aquellos lejanos tiempos los primeros científicos eran quemados en la hoguera frente a plazas públicas como Giordano Bruno, impulsor de la teoría de que las estrellas son soles lejanos; o Luciano Vanini, quien defendía que el universo está regido por leyes físicas, por mencionar algunos.
Sin embargo, en los tiempos modernos y de redes sociales las hogueras son los foros para denostar opiniones, ataques vía mensajes, insultos o incluso la cancelación de las visiones críticas. ¿Estamos obligados a ver de forma unipersonal a un país, un candidato o la política? ¿Es el radicalismo el nuevo motor del debate y ello declara la muerte de los argumentos? o ¿Acaso las fake news y la post verdad son los nuevos ‘argumentos’?
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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