Morena, Sheinbaum y el 2 de junio
México retrocede a los años 70 cuando un partido controlaba todo, la demolición institucional estará en marcha, pero no es posible culpar a un partido como Morena, el cual no es compatible con la democracia, sino a sus votantes. El índice de participación osciló el 60% lo cual es muy bajo para las elecciones las cuales eran consideradas las más grandes de la historia
Por: Sebastián Godínez Rivera
El triunfo de Claudia Sheinbaum es solo la punta del iceberg de los que viene los próximos seis años; López Obrador ha dicho que ya acordó las reformas que deberá implementar en su sexenio, sin embargo, nadie esperaba que ganara la mayoría en el Poder Legislativo con la cual podrá reformar las autoridades electorales, el Poder Judicial y todos los rubros que le vengan en mente.
México retrocede a los años 70 cuando un partido controlaba todo, la demolición institucional estará en marcha, pero no es posible culpar a un partido como Morena, el cual no es compatible con la democracia, sino a sus votantes. El índice de participación osciló el 60% lo cual es muy bajo para las elecciones las cuales eran consideradas las más grandes de la historia.
Es un caso de estudio particular, puesto que en México ha quedado demostrado que el apoyo a la democracia y al pluralismo ha caído, materializándose en un gobierno hegemónico. La oposición ha quedado disminuida a un papel testimonial y necesitan hacer una autocrítica. Empero, como establece Roger Bartra en su libro Regreso a la Jaula, las y los mexicanos son como los ajolotes, mitad anfibios y mitad reptiles.
Para el caso expuesto, la ciudadanía quiere pluralismo y libertad, pero también apuesta por un patriarca, o ahora matriarca, autoritaria omnipotente y omnipresente que resuelva todos sus problemas. Al grosso de la población no le gusta la democracia que funja como un abanico de expresiones, al contrario le disgusta que otros piensen distintos a ellos y ya ni hablar de los contrapesos.
La división de poderes no es algo que interese a los que se autonombran parte del pueblo, ha comprado la narrativa para linchar magistrados, ministros y consejeros. SI hubiera que elegir una imagen para definir el rumbo que tomará el próximo sexenio, serían los ataúdes que llevaron Félix Salgado y Raúl Morón con los nombres de los consejeros del INE; y los sarcófagos con las fotos de los ministros de la Corte.
Es un hecho que la falsa amenaza de eliminar a los programas sociales caló en la gente y esto se tradujo en el voto duro de Morena. El resentimiento social es su motor y en vez del progreso buscan el establecimiento del status quo en general, por eso desprecian a la clase media la cual por naturaleza es aspiracionista y busca sobresalir. Por otro lado, al analizar el voto duro de este partido, puede entenderse como una masa o el pueblo, nombrado así por López Obrador.
Sufragaron por la transformación, que promete dádivas y dinero gratis, pues así lo ha dicho la propia Sheinbaum “es un mito que no se pueda vivir bien sin trabajar”. El conformismo es parte medular de una gran parte de la sociedad aunado al nulo interés por informarse sobre los hechos relevantes en el país, optar por un ensanchamiento de los conocimientos adquiridos o destinar tiempo a actividades recreativas culturales.
Ahora, México entra a una de sus etapas más oscuras puesto que el ejecutivo en turno ya anunció que su primera reforma que impulsará en septiembre, será la judicial. El lopezobradorismo ahora encarnado en Claudia Sheinbaum, tiene la encomienda de destruir al Poder Judicial es cuál ha sido incómodo desde que Norma Piña llegó a presidirlo; es el poder que le falta dinamitar para construir la autocriatización.
Asimismo, seguirá con lo que queda del Instituto Nacional Electoral y sus ramas administrativas así como el Servicio Profesional las cuales no pudieron ser destruídas en este sexenio. En aras de una austeridad franciscana, que más bien es austericidio, se reformará a la autoridad administrativa. Por otro lado, los centros de pensamiento como las universidades públicas (UNAM) serán ahorcadas mediante la economía con el objetivo de construir “un conocimiento nacionalista y al servicio de la patria”, en otros palabras a favor de la 4T.
La masa morenista clama venganza contra todos los que ellos consideran que les han mancillado la clase media, la academia, a los periodistas, sectores críticos, feministas etc. Su base social se siente con el poder de aplastar a quienes votaron en minoría, porque al ganar las mayorías consideran que solo su voz debe ser escuchada sin chistar; aunado a una nula crítica, porque al momento de hacerlo se vuelven traidores a la patria.
La ciencia ha sido linchada por el oficialismo desde la máxima tribuna, las y los científicos han sido acusados de corruptos y servir al interés particular. Mientras que en el terreno de las Ciencias Sociales, se nos ha tachado de servir al neoliberalismo, la corrupción y no querer atender los problemas sociales o los temas de la Cuarta Transformación. La ciencia no debe atender a los caprichos de un gobierno o sus agendas.
El fin de este sexenio se vislumbra turbulento para la demolición institucional y la andanada autoritaria se agudizará. Sin duda los politólogos analizaremos la hibridación del sistema político mexicano y tendremos que señalar los elementos que vayan surgiendo para inferir el rumbo que tomará el país. Pero como ciudadanos solo deberemos resistir y seguir exigiendo rendición de cuentas a los gobernantes, los votos no son cheques en blanco para silenciar a quienes disentimos de este gobierno.
Mientras tanto hay una nueva mayoría gobernante con un gobierno unificado en el legislativo, 23 gubernaturas, una oposición debilitada, un futuro incierto y una agenda autocrática en puerta. Esto nos demuestra que la democracia también ha abierto la puerta a personajes autoritarios que cuando logran el poder buscan destruir los caminos plurales y así concretar un poder omnímodo.
Los politólogos Daniel Ziblatt y Steven Levitsky podrían señalar que así mueren las democracias; John Keane titularía al gobierno entrante como Vida y Muerte de la democracia; mientras que autores como Jesús Silva- Herzog y Maria Amparo Casar hablarán sobre el extraño modelo de democracia mexicana que aún perdura. Será tiempo de análisis, porque a veces las democracia mueren por la complicidad de la ciudadanía que la deja ser silenciada en la oscuridad.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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