1989-2024: Adiós a la izquierda histórica
El desplome del partido tiene una explicación que va más allá de la salida de López Obrador del instituto, el transfuguismo de militancia y la insatisfacción con lo tradicional. El PRD desde su fundación tenía un mal congénito, nació con diversas tribus o facciones, de acuerdo al politólogo Maurice Duverger. En la literatura la fragmentación significa pluralismo, pero también implica que los diversos grupos velarán por sus intereses
Por: Sebastián Godínez Rivera
Las elecciones de 2024 han dejado al Partido de la Revolución Democrática al borde de la extinción, de acuerdo al Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) en los cuales el Sol Azteca obtuvo su peor nivel de votación. A nivel presidencial logró el 1.86% es decir 1,121,020 votos; para senadurías obtuvo 2.15% igual a 235,949 sufragios; por último para las diputaciones federales sacó el 2.43 % lo que significa 1,414,191 votos.
El desplome del partido tiene una explicación que va más allá de la salida de López Obrador del instituto, el transfuguismo de militancia y la insatisfacción con lo tradicional. El PRD desde su fundación tenía un mal congénito, nació con diversas tribus o facciones, de acuerdo al politólogo Maurice Duverger. En la literatura la fragmentación significa pluralismo, pero también implica que los diversos grupos velarán por sus intereses.
Cuando surgió el partido se integró por la Corriente Democrática del PRI la cual pugnaba por continuar con un gobierno estatista; la izquierda del Partido Comunista Mexicano que desde 1923 estaba prohibida; también se encontraba la rama trotskista que pugnaba por cambios graduales; asimismo estaban ciertos sindicatos que buscaban construir una visión laborista como sucede en otras naciones; entre otros grupos.
La facción que se impuso fue la corriente democrática la cual dio forma al programa y partido que buscaba el nacionalismo que había dejado el PRI atrás aunado a la demanda de democracia. La nueva fuerza logró triunfos en las elecciones intermedias de 1991 obtuvo 8.1% de representación en la Cámara de Diputados; para 1994 ganó 71 escaños en la Cámara baja y 8 en el Senado. En los albores de la transición, 1997, se convirtió en la segunda fuerza a nivel de diputados y la tercera en el Senado.
Sin embargo, su reducción en los niveles de votación se dio en el año 2000 cuando en el legislativo fue superado por Acción Nacional y cayó al tercer lugar. En las elecciones intermedias el PRD no logró subir a segunda fuerza a nivel legislativo y a partir de 2015 cayó al cuarto lugar. Esto puede explicarse por la falta de un programa moderno para el siglo XXI ya que este mantenía el mismo de finales del siglo XX, aunado a la personificación del poder primero en Cuauhtémoc Cárdenas (1989-2000) y luego con Andrés Manuel López Obrador (2000-2014).
Los institutos en los cuales los personajes sobrepasan la institucionalidad están condenados a la extinción, puesto que no han consolidado una estructura burocrática sólida que les permite fungir de contrapeso. Por otro lado, los grupos que se quedaron con el partido, conocidos como los chuchos, se consolidaron como una élite inamovible lo cual impidió la rotación de perfiles. De acuerdo a Gaetano Mosca, si las élites impiden la rotación y nuevas formaciones estas están condenadas a perecer en el poder.
No obstante, al hacer una disección del partido y los constantes síntomas que no se atendieron a tiempo y que ahora han postrado al Sol Azteca, es que perdió sus raíces y no logró adaptarse a los nuevos movimientos sociales. Los colectivos feministas, ambientalistas, trabajadores, clases medias y defensores de Derechos Humanos. La izquierda socialdemócrata como se hace llamar el PRD no supo acercarse, pero tampoco mostró interés en acercarse a estos grupos que surgieron del pluralismo democrático.
A nivel estatal el partido cosechó triunfos en bastiones como Michoacán, Ciudad de México, Morelos, Oaxaca y Guerrero por sí solo, sin embargo, de forma coaligada logró formar gobierno en entidades como Baja California Sur, Zacatecas, Tabasco, Puebla, Sinaloa, Baja California, Nayarit, Durango, Veracruz, Quintana Roo, Tlaxcala y Chiapas. La disminución del partido se dio a partir de 2015 y la última entidad que gobernó fue Michoacán en 2021 bajo la figura de Silvano Aureoles.
El PRD no logró consagrar su fuerza en diversas entidades de la república, principalmente los estados norteños y el bajío. La centralización del poder gestó bastiones en el centro y sureste, pero no fue suficiente para conformar una estructura nacional que diera soporte a las decisiones y recabara las demandas de las distintas latitudes. Los partidos que van perdiendo fuerza en el escenario electoral pasan por tres fases; 1) de una cobertura nacional; 2) regional; y por último 3) quedan con pura representación en el parlamento.
Esto es lo que ocurrió con el Sol Azteca, la caída en sus niveles de votación lo ha condenado a ser una fuerza testimonial por sí solo. La dirigencia no ha hecho una autocrítica profunda y difícilmente lo hará en vías de extinción. No obstante, hay un síntoma que el partido ignoró desde su fundación y que le está condenando a la desaparición: el monopolio de la izquierda.
Hablar de izquierdas no implica describir a un cuerpo homogéneo y único, sino que hay diversas corrientes que se contraponen y en puntos convergen, por ejemplo, desde la lucha de clases y la abolición del capitalismo hasta la socialdemocracia reformista. El PRD se percibió como el único partido de izquierda y dueño de las banderas de la democracia, justicia social y progresismo. Tras el surgimiento de Morena, el partido no entendió que sus propuestas habían cambiado de manos y ahora eran impulsadas por su exlíder AMLO.
Se inició la disputa Morena y PRD en la cual el segundo resultó el gran perdedor, terminó buscando la sobrevivencia por medio de una coalición en la que no tuvo capacidad de decisión y mucho menos de negociación con sus aliados. En el último corte de afiliados, el Sol Azteca era el tercer partido con mayor número de afiliados a nivel nacional; el instituto no supo utilizar lo poco que tenía para tratar de emparejar las condiciones e inducir.
Ahora, es muy posible que el PRD pase a los libros de historia y al cementerio de las izquierdas mexicanas en las cuales se reunirá con los partidos Comunista, Socialista Unificado de México, Revolucionario de los Trabajadores y el Socialista de los Trabajadores. El que fuera uno de los impulsores de la transición democrática y abanderó las demandas de justicia, pluralismo y constructor de la autoridad electoral autónoma. Hoy el PRD presencia su agonía de forma silenciosa, pero que es reclamada por la misma gente.
La negación de sus dirigentes es normal, pero por ahora el PRD está más cerca del ocaso; quizá cuando despertemos el Sol ya no estará para ponerse a la izquierda del espectro político. Sin embargo, esto es normal en las reconfiguraciones que sufren los sistemas de partidos, todos aquellos que no logran adaptarse y consolidarse, están condenados a la extinción
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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