La CTM se va ¡Ay, don Fidel!
México, durante mucho tiempo fue un Estado corporativo, definido así por Phillipe Schmitter y Guillermo O´Donnell, caracterizado porque existe un modelo autoritario en el cual los diversos sectores sociales estaban aglutinados en torno a la figura presidencial. En ese sentido, la corporativización buscó la gobernabilidad a cambio de que los trabajadores, campesinos y clases medias, tuvieran acceso a un trato especial, siempre y cuando no fueran una oposición al régimen
Por: Sebastián Godínez Rivera
El Partido Revolucionario Institucional se encuentra en el peor momento de su vida, disminuido a nivel legislativo y estatal. Sin embargo, tras los comicios del 2 de junio, el partido tricolor está en su encrucijada y en vías de su desaparición debido a una mala planeación, falta de estrategia y que su líder, Alejandro Moreno, se aferra al poder.
El que en otro momento fuera el partido hegemónico y formador de la mayoría de las instituciones del país, ahora se encuentra en decadencia. En este texto no abordaré al partido, sino a uno de sus sectores que fueron de los más relevantes, me refiero a la Confederación de Trabajadores de México (CTM). La central obrera que en su momento fue la más fuerte del país y que se unió al entonces partido oficial para dar pie al sistema corporativo.
México, durante mucho tiempo fue un Estado corporativo, definido así por Phillipe Schmitter y Guillermo O´Donnell, caracterizado porque existe un modelo autoritario en el cual los diversos sectores sociales estaban aglutinados en torno a la figura presidencial. En ese sentido, la corporativización buscó la gobernabilidad a cambio de que los trabajadores, campesinos y clases medias, tuvieran acceso a un trato especial, siempre y cuando no fueran una oposición al régimen.
En América Latina hubo claros ejemplos como Juan Domingo Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil y por supuesto en México con Lázaro Cárdenas. En México el periodo posrevolucionario se caracterizó por el surgimiento de sindicatos y ligas agrarias que constantemente estaban en pugna contra el gobierno. El partido oficial, llamado Partido Nacional Revolucionario (PNR) gobernaba desde 1929, pero no estaba organizado; en Ciencia Política esto se denomina partido de masas, porque todos ingresan a él pero no hay una distinción entre sus militantes.
En 1934, Lázaro Cárdenas se convirtió en presidente y para 1938 se realizó una reforma profunda al partido, cambió su nombre a Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y se convirtió en un partido sectorizado. La creación de los sectores permitió no solo poner orden en lo interno, sino que también se introdujo esta estructura en el país; Cárdenas es el fundador del sistema político autoritario y corporativo, puesto que en un primer momento se formó el sector agrario y obrero.
Fundada en 1936 la CTM era una de las centrales obreras más fuertes del país, en sus primeros años fue dirigida por Vicente Lombardo Toledano, un sindicalista que tenía afinidad con el socialismo. Luego de que Lombardo ocupó la Secretaría General, fue relevado por Fidel Velázquez Sánchez, conocido por haber ejercido el control sindical desde 1945 hasta 1997; durante 50 años fue la cabeza del sector obrero y un defensor del partido oficial.
La central se convirtió en un pilar del partido y con ello en un movilizador de gente; incluso cada seis años que se llevaba a cabo la renovación de la presidencia, la CTM anunciaba quien sería el candidato. A través de esta central el control se reafirmó y se convirtió en un distintivo del sistema político mexicano; los obreros no peleaban por aumentos o derechos como ocurre en otras latitudes, sino que eran concedidos por el gobierno. Durante años, las y los trabajadores fueron movilizados para llenar mítines de políticos y en algunos casos se intentó utilizarlos como un grupo de choque.
La CTM presenció el ascenso del autoritarismo mexicano y su caída, Fidel Velázquez convivió con diez presidentes de la República. Mientras su poder se eclipsaba cada 6 años, el del líder obrero no veía su fin. Esto no era de a gratis, en un sistema autoritario deben haber beneficios y dar a conocer al próximo presidente no era lo único; de las filas cetemistas surgieron gobernadores y legisladores; se daban aumentos salariales y algunas prebendas a sus líderes.
De 1945-1982 la CTM se alineó a las políticas nacionalistas y desarrollistas que implantó el PRI; en estos años el sector obrero tuvo desencuentros con el poder y la sociedad. Por ejemplo, durante las movilizaciones de 1968, Luis Echeverría habló con Fidel Velázquez para movilizar a los trabajadores y hacer frente a los estudiantes. En 1971, cuando Echeverría se convirtió en presidente, el sector obrero impulsó los aumentos salariales los cuales detonaron en inflación. Esto se debió a una disputa entre Velázquez y Echeverría.
De 1982 y hasta 1997, la central obrera debió adaptarse a los nuevos tiempos, el nacionalismo se había agotado y el libre mercado había llegado para instaurarse. Principalmente con Carlos Salinas de Gortari la CTM vivió momentos tensos debido a las privatizaciones y reforma del Estado; así como la disminución de perfiles congresionales emanados del cetemismo. Además, con el salinismo llegó una nueva camada de dirigentes como Elba Esther Gordillo, Francisco Hernández Juárez y Napoleón Gómez Urrutia.
En 1997 falleció Fidel Velázquez, en ese mismo año el PRI perdió por primera vez la mayoría en la Cámara de Diputados síntoma de la transición que iniciaba. Con el paso del tiempo el sector obrero se debilitó y la transición democrática hizo florecer la independencia sindical así como el debilitamiento del corporativismo. Dentro del PRI los trabajadores fueron relegados y el partido fue perdiendo la cohesión.
La CTM fue de las más afectadas al perder el poder, puesto que vino una reestructuración del partido y con ello un debilitamiento. Esto es normal en los sectores de los partidos que no se modernizan y que han crecido en el poder; el PRI no se modernizó y mantuvo la estructura heredada del autoritarismo. Los partidos corporativos no son compatibles con la democracia, puesto que en sistemas plurales ya no es posible garantizar el cumplimiento de acuerdos o cuotas.
El devenir es incierto para la CTM ahora que ha roto con el PRI, sin embargo, esto solo abona a su debilitamiento y a su posible extinción. El sector que fue más numeroso y que tuvo mayor protagonismo en la historia del partido, hoy ha dejado a quien en el pasado le dio todo. La ruptura entre centrales obreras e institutos políticos no es común, puesto que pocas en el mundo pertenecen a uno; existen casos como el argentino o brasileño donde los obreros tienen simpatía por un partido, pero no pertenecen a él.
Si Fidel Velázquez viviera ¿qué diría? Hoy la CTM no tiene un futuro definido y tampoco se ha pronunciado públicamente. Lo cierto es que la central cierra una época. No debería descartarse que ahora como en los viejos tiempos se una al oficialismo gobernante que tiene todo el poder.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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