El absolutismo en el INE
Morena y aliados no solo se preparan para imponer una elección de jueces, magistraturas y ministros sin un análisis técnico. También han dotado de facultades omnipotentes a Taddei con la intención de que ella sola pueda designar a las y los titulares de direcciones y unidades técnicas del INE. Desde el nacimiento del instituto las decisiones se han tomado de forma colegiada, pero ahora se busca que una sola persona concentre el poder del órgano electoral
Por: Sebastián Godínez Rivera
En las Ciencias Sociales, el concepto de absolutismo se refiere a la toma de decisiones unipersonales; principalmente a la época de los monarcas absolutistas que no tenían contrapeso alguno. Al parecer, los legisladores oficialistas han optado por dinamitar la colegialidad del Instituto Nacional Electoral (INE) y dotar de poderes omnímodos a su presidenta, Guadalupe Taddei.
Los nombramientos de la Junta General Ejecutiva, es decir, del cuerpo que aglutina direcciones y unidades del INE, tienen que ser aprobados por mínimo 8 votos de los integrantes del Consejo General. Desde que Taddei llegó en 2023 una cascada de renuncias comenzó; sobre todo, porque el instituto se preparaba para el proceso electoral concurrente 2023-2024, los comicios más grandes de toda la historia.
La decapitación de estas áreas generó incertidumbre al interior y al exterior, sin embargo, los comicios pudieron realizarse con los estándares por los cuales el INE se caracteriza. No obstante, Taddei enfrentó resistencias y oposición para la designación de titulares de áreas, los cuales no alcanzaban los consensos con otras consejerías. Esto generó incomodidad para la nueva presidenta quien concibió como un dique a su poder.
Sería absurdo decir que las bancadas mayoritarias leyeron a autores como Hobbes, Anderson o Bonney para comprender el absolutismo en las instituciones, si no pueden leer lo que aprueban, es posible afirmar que carecen de la capacidad para consultar un libro. La pluralidad de ideas en el Consejo General ha molestado al oficialismo y esto se ha materializado en ataques personales, discursos de odio y amenazas de juicio político.
En el Senado de la República, Morena y aliados a través de las leyes secundarias decidieron premiar a Taddei. El problema de la colegialidad no apareció por generación espontánea, sino que su llegada al INE estuvo marcada por la imposibilidad de nombrar a personajes afines en ciertas áreas del instituto. Si bien, en octubre de 2023 pudieron nombrar a 6 personas titulares, las otras áreas fueron ocupadas por encargados, así como la Secretaría Ejecutiva.
A esto se suma el antecedente de que una mayoría del Tribunal Electoral, encabezado por Mónica Soto le permitió a Taddei que se nombraran de forma unilateral las encargadurías de despacho, pero serían sólo durante el proceso electoral. Este cambio en el órgano electoral no es una ocurrencia, sino que existen antecedentes en los intentos de fortalecer a la presidencia del instituto.
Ahora, Morena y aliados no solo se preparan para imponer una elección de jueces, magistraturas y ministros sin un análisis técnico. También han dotado de facultades omnipotentes a Taddei con la intención de que ella sola pueda designar a las y los titulares de direcciones y unidades técnicas del INE. Desde el nacimiento del instituto las decisiones se han tomado de forma colegiada, pero ahora se busca que una sola persona concentre el poder del órgano electoral.
Diversas consejerías como Dania Ravel, Carla Humphrey, Martín Faz y Jaime Rivera se han pronunciado sobre este cambio a las facultades del Consejo General. Han advertido de los riesgos de dinamitar el trabajo en equipo y de centrar la toma de decisiones en una sola persona. Ignorar este precepto de un órgano colegiado, es desconocer la historia del IFE/INE, puesto que su diseño institucional está basado en la necesidad de generar consensos y que haya un sistema de contrapesos internos.
Partiendo de un análisis estructural, la creación del Consejo General implicó para México que una persona ejerce la titularidad, pero no implica que pueda concentrar el poder. La propia historia mexicana demostró que los individuos que ocupan instituciones unipersonales no logran controlar los deseos de tomar decisiones de forma arbitraria. Por eso, se acordó que la conformación del árbitro fuera de 11 miembros con voz y voto.
No obstante, las nuevas mayorías han optado por someter los contrapesos para que una sola persona imponga su voluntad. Si bien, las leyes secundarias con errores aún no han llegado a la Cámara de Diputados, lo cierto es que se aprobará sin problemas. México está presenciando la ruptura de los contrapesos internos o externos por parte de una mayoría que se jacta de representar “al pueblo”.
La reforma judicial ha permeado y generado inconformidad en un sector de la sociedad, pero no ha levantado del letargo a un grosso de la ciudadanía. Quizá la realidad le da la razón al politólogo polaco, Adam Przeworski, quien en 2020 en un podcast declaró que “las democracias mueren hoy de forma gradual, por eso la gente no lo percibe”; los cambios se hacen mediante reformas avaladas por mayorías que ganaron en las urnas, por lo tanto, consideran que todos los cambios son legítimos.
Esto es falso, contar con una mayoría no otorga un cheque en blanco para destrozar instituciones, acumular poder y someter a quien piensa distinto. Pero esto no es cuestión de unos, sino de todos y mientras la gente no salga a las calles en masa, ejerza presión y otros grupos se unan a las protestas, entonces, quienes tienen el poder seguirán abusando de él, con un falso discurso de que tienen un mandato.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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