Heberto Castillo “a salto de mata”
Por: Mauricio Flores
Si te agarran, Heberto, te van a matar, le dijo el Presidente Lázaro Cárdenas.
Porque Heberto Castillo, el destacado ingeniero civil y luchador social de la segunda mitad del siglo veinte mexicano, andaba a salto de mata.
Sí, huyendo de la fuerza del Estado aun sin tener cargo alguno en su contra, sólo el arrojo de haberse incorporado, en su calidad de maestro universitario, a la lucha por la democracia y la libertad emprendida por los estudiantes mexicanos en 1968.
Trataré de que no me agarren, le contestó el ingeniero, como siempre se le conoció.
Para entonces, finales de aquel año, Heberto Castillo (1928-1977) había sufrido ya un asalto violento posterior a la gran marcha del 28 de agosto y, resguardado por diversos miembros de la misma comunidad universitaria (UNAM), permanecía en una virtual clandestinidad.
Convaleciente de la mencionada agresión, el ingeniero no logró asistir a la impresionante marcha del silencio (en ello coinciden años después sobrevivientes y las más diversas crónicas) que posteriormente explicó con certeza.
…la última del 68 (escribe en el texto ‘Si te agarran, te van a matar’, ahora recuperado por el Fondo de Cultura Económica en su colección Vientos del Pueblo y con ilustraciones de su nieta Itzel Valdés Castillo) que mostró la protesta limpia, digna, ordenada de cientos de miles de jóvenes que exigían el respeto a los más elementales derechos humanos en México y que, contra lo que han dicho algunos escritores respetables, jamás usaron la violencia, menos el vandalismo.
Pero no se estacionaría ahí la entereza e integridad del ingeniero.
Pocos días después, encabezaría una de las acciones más libertarias del movimiento estudiantil, y tal vez la que más indignó y despertó la ira de la soberbia y antidemocracia del régimen: encabezar el Grito de Independencia en una Ciudad Universitaria tomada por los estudiantes en huelga.
Miles de estudiantes y sus familiares (relata el ingeniero) celebraron la Independencia nacional. El Consejo Nacional de Huelga, por conducto de Marcelino Perelló, según recuerdo, me invitó a dar el grito esa noche. Así lo hice, agregando a los vítores a nuestros héroes el aplauso a la lucha que por su liberación dan los pueblos oprimidos del mundo.
Más adelante, durante la toma del Ejército de la Ciudad Universitaria (Ingeniero, ¡el ejército!, le dijo en ese momento Gilberto Guevara Niebla, cuenta en el citado texto…, van entrando a Rectoría, van por Ciencias, por Ingeniería, llegan de Medicina, suben por nosotros. ¡Viva México! Cuidad, salgan por… Calló la Estación (radiofónica) y escuche a lo lejos el Himno Nacional. Luego un ruido como de ametralladora. Después nada. Lloré imaginando muertos y traté de escapar, de salir de CU.), Heberto Castillo escaparía de su aprehensión corriendo por el Pedregal durante dos días, hasta encontrar protección en casa de alguno de sus amigos.
En ese refugio supe de la matanza del 2 de octubre y de la captura de los principales dirigentes, de mis amigos, de la saña con que eran perseguidos todos, que mi familia huía y que ella sabía que estaba a salvo, que un automóvil lleno de latas de gasolina había sido lanzado contra mi casa al otro día de la toma de CU, y que éste había ardido hasta consumirse a la puerta de la casa, sin causar mayor daño, aunque sí alarma en todo el vecindario. Supe que mi familia estaba a salvo, pero que éramos buscados todos, Tere, mis hijos y, ¡claro!, yo.
En mayo del 69, en su refugio de la avenida Reforma, el ingeniero fue finalmente capturado (y llevado a Lecumberri donde permaneció hasta 1971) tras una toma militar, con ametralladoras tripié en las calles aledañas.
Pude saltar por la barda posterior de la pequeña casa que ocupaba, pero parte de ella se derrumbó y la polvareda me delató. Una brownie se apoyó en mi sien, hubo golpes, gritos, un mulato me arrancó casi un brazo al echármelo a la espalda, y Miguel Nassar Haro mostró su satisfacción jalándome las barbas:
—¿Heberto Castillo, verdad?
Publicado hacia 1983 inserto en un libro que lleva el mismo título (Océano), el texto del ingeniero detalla aquella conversación con el Presidente Cárdenas, de quien fuera secretario particular en el Movimiento de Liberación Nacional entre 1959 y 1964.
—¿Qué fuerza te apoya? Estás solo. No hay organización. Podrías salir del país. Esperar un tiempo fuera.
—No, general, me quedo. No tengo fuerza, pero tengo la razón. Es importante que quienes nos apoyaron en el Movimiento sepan que seguimos aquí, luchando.
Heberto cofundaría en 1974 el Partido Mexicano de los Trabajadores, siendo su dirigente nacional por varios años.Si te agarran, te van a matar (FCE) incluye los textos El Compadre,La muñeca y ¿Quiere café?
Heberto Castillo, Si te agarran, te van a matar, Ilustraciones de Itzel Valdés Castillo, Fondo de Cultura Económica, México, 2024, 40 pp.
@mauflos