Sánchez-Garnica, la guerra novelada

Por: Mauricio Flores

Mucho tienen las novelas de la madrileña Paloma Sánchez-Garnica (1962). Apenas son puestas en circulación en el mundo hispanoamericano, comienzan a agotar sus tirajes y son comentadas por unos y otros. 

Ya leíste su nuevo libro…, te voy a recomendar un librazo…, no dejes de leer…, imperdible la nueva de Sánchez-Garnica…, escuchamos.

Buenas estructuras narrativas, abundante investigación histórica, convencimiento al momento de perfilar personajes, estampas que se fijan con efectividad en la memoria del lector, podríamos enumerar.

Eso sí, sin dejar de lado una eficaz mercadotecnia, característica del sello que la cobija desde hace ya muchos años.

Un millón de lectores, una docena de títulos, tres reconocimientos internacionales, todo ello girando siempre alrededor del consorcio Planeta, que colocan a la autora como una de sus cartas más serias en la dilatada nómina que inunda recurrentemente las mesas de novedades aquí y allá.

(¿Cuántos premios-planeta recordará el lector de las últimas siete décadas? Juan Marsé, Jorge Semprún, Manuel Vázquez Montalbán, Terenci Moix, Mario Vargas Llosa, Soledad Puértolas, Camilo José Cela, Maruja Torres, Álvaro Pombo… ¿Cuántos, al lado de sus novelas, seguro los más, habrá olvidado?).

Ya en circulación la novela ganadora de este año, Victoria, de la misma Sánchez-Garnica, permanece en mesa de novedades Últimos días en Berlín, donde la madrileña ofrece una de esas historias en torno a la Segunda Guerra Mundial tan cinematográfica como bien contada. 

Una novela que en sus más de seiscientas páginas cuenta la historia de Yuri, un joven español hijo de diplomáticos, al que le tocó vivir el ascenso del nazismo y del totalitarismo soviético.

Están en la novela los episodios históricos recordados por todos. 

La publicación de Mi lucha, el incendio del Reichstag, la Noche de las antorchas, la ocupación de los territorios austriacos, checos, polacos, el confinamiento de poblaciones judías y minoritarias, la apertura de los campos de exterminio. 

También el mundo de las pasiones, las traiciones, la corrupción y el amor. 

De ese Yuri, Moscú-Madrid-Berlín, que cambiará de edad, pero no de afectos, y que como a la manera de Solzhenitsyn, podrá ser totalmente diferente a cada situación de la vida, unas veces cerca del diablo y otras del santo, pero siempre se llamará igual y siempre se trata del mismo hombre.

Remover el pasado no siempre es bueno, y más cuando hubo tanto sufrimiento, dice en la novela algún personaje. 

A contrapelo de la narrativa de Sánchez-Garnica que, con sus muchos títulos, nos lleva a ese pasado histórico lleno de horrores: también de esperanza. 

El mundo de la guerra (ahora, 2024, también en doble escenario) que con la recreación literaria posibilita acercarnos igualmente a la mentalidad, las costumbres y las maneras de aquella época. 

Y donde la base de mi documentación, explica la autora, son los libros.

2 Guerra mundial

Tantísimos libros!, específicamente narrativos, acumulados en torno a la Segunda Guerra Mundial y acerca de los horrores del nazismo, multiplicados en dolorosas manifestaciones.

Adolf Hitler morirá.

Las ciudades quedarán destruidas (calles asoladas, ruinas calcinadas donde antes se alzaban hermosas casas señoriales, esqueletos de edificios por cuyas paredes mutiladas se veían restos de la vida transcurrida en lo que antes fueron cálidos hogares, montañas de cascotes y escombro de tamaños diferentes amontonados en aceras).

Hombres y mujeres, dolorosamente mujeres, nos han violado, nos han humillado, han matado a muchas y otras tanta no lo han podido soportar, sobrevivirán para seguir en la búsqueda de una vida si no feliz, al menos alegre.

Paloma Sánchez-Garnica, Últimos días en Berlín, Planeta, España, 640 pp.

@mauflos