Fieras familiares: Valoremos nuestra diversidad

Por: Mauricio Flores

Existe en lo insólito cierta atracción irresistible. Lo que nos choca nos checa, dicen por ahí, y quienes deseen comprobarlo pueden acudir al sazonado libro que acaba de publicarse en el misceláneo catálogo de la editorial Libros del Asteroide, Fieras familiares, del zoólogo, naturista y escritor mexicano Andrés Cota Hiriart (1982). Obra en sí misma variada, que escapa a una juiciosa clasificación, y que podemos leer como crónica, prontuario o relato autobiográfico. Ello derivado, tal vez, de los oficios del autor, antes que nada un apasionado de la Naturaleza, y de algunos de sus bichitos (fieras) algo más que raros.

Fieras familiares, les llama el autor. Cinco y otros más animalitos de dios que disecciona en vida con la intención de mostrarnos el “flujo de la biodiversidad”, esa que la subsistencia diaria nos impide apreciar de la mejor manera. Y es que, a fin de cuentas, “hemos sido dotados con la gracia de la conciencia, y eso, supongo, debería contar para algo”. Como mínimo “para ser capaces de tomar distancia, cuestionarnos dónde estamos parados y en qué dirección emprenderemos el siguiente paso”.

Pues sí, habrá notado el lector, la lectora, Fieras familiares es una obra marcadamente ecologista que nos advierte de colapsos y cataclismos, de extinciones y olvidos, vertebrados a partir de cinco seres vivientes y cinco regiones que sorprenden a la Humanidad, por conocedora y civilizada que la misma sea. Se trata de una mirada (siempre fresca y hasta chusca) a un axolote, un pitón burmés, un escorpión emperador, un camaleón de cuatro cuernos y un cocodrilo de río. Además de a las Islas Galápagos, Ecuador; Borneo, Malasia; Komodo y Sulawesi, Indonesia; e Isla Guadalupe, México.

Casi ficción

Fieras familiares; Andres Cota Hiriart

Fieras que estremecerían al más templado, la más templada, las primeras cinco, que en la definición exacta que de ellas aporta el autor llevan su grandeza y, por demás lamentable, su peligro de desaparición. ¿Axolote? “monstruo de agua difícil de olvidar. Su aspecto remite a un ser arcaico y extravagante, propio de un mundo perdido o de una película de ciencia ficción”. ¿Pitón burmés? “Dantescas, acechantes y precisas, dotadas de paciencia pleistocénica, lengua bífida, uno de los olfatos más agudos que se conozcan y visión termosensible”.

¿Escorpión emperador? “Biomecánica en todo su esplendor. Su aguijón, siempre erguido y dispuesto, promete agonía agreste para imprudentes e incautos. Sus tenazas lo dotan de cualidades dactilares y su cola enroscada por encima del cuerpo sugiere la espiral de Fibonacci”. ¿Camaleón de cuatro cuernos? “Maleables, excéntricos, miméticos, se erigen en poesía, lírica y fábula como metáfora por excelencia de los cambios de apariencia”. ¿Cocodrilo de río? “Yermo impenetrable de escamas óseas, media tonelada de musculatura a cuestas, cola de mazo y las fauces más poderosas del reino animal. Sigiloso desliz bajo el agua, explosión tempestuosa en las márgenes de la rivera tropical”.

Prodigios latientes que en la trayectoria profesional de Cota Hiriart, específicamente en la redacción de Fieras familiares, en el curso de una pandemia, se convierten en “eje de identidad en los que me he afianzado para no acabar completamente amorfo, a merced del letargo y la indiferencia”, y que se completan con las no menos infrecuentes criaturas visitadas en los sitios señalados. A saber: tiburones, tortugas, leones marinos (en las Galápagos); simios y orangutanes (en Borneo); reptiles gigantes, incluido el rarísimo dragón (en Komodo); artrópodos gigantescos, diminutos primates (en Sulawesi); tiburones, leones marinos (en Guadalupe).

¿Perderá la Humanidad estas riquezas (rarezas, fierezas) naturales?

“Interpretaciones e implicaciones filosóficas aparte”, define el autor de Fieras familiares, “hoy en día el grueso de las criaturas silvestres a nivel global comienza a sufrir los estragos de nuestros impactos”. Y aun sin ponernos “pesados”, bien haríamos en valorar nuestra biodiversidad, la única que llegaremos a conocer”. No olvidemos: “la Tierra permanece, nosotros no”.

Andrés Cota Hiriart, Fieras familiares, Libros del Asteroide, México, 294 pp.

@mauflos