Primeras Damas, eternas olvidadas
Poco se ha escrito sobre las Primeras Damas, sus funciones no están normadas en la ley, su única mención era en el reglamento del hoy extinto Manual del Estado Mayor Presidencial, sin embargo, a diferencia de otros países como Argentina u Honduras, no tienen funciones establecidas. Su figura suele tener apariciones en ceremonias, actos oficiales y de asistencia social, asimismo, cumple con la función ideológica de promover la familia tradicional mexicana
Por: Sebastián Godínez Rivera
Dentro de la política hay una figura poco estudiada y a veces ignorada, me refiero a las Primeras Damas. Las esposas de los presidentes han sido controversiales ya que ostentan un cargo protocolario, pero también público porque casi todas ocupan la titularidad del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, por eso el texto de hoy es para invitar a la reflexión.
Poco se ha escrito sobre las Primeras Damas, sus funciones no están normadas en la ley, su única mención era en el reglamento del hoy extinto Manual del Estado Mayor Presidencial, sin embargo, a diferencia de otros países como Argentina u Honduras, no tienen funciones establecidas. Su figura suele tener apariciones en ceremonias, actos oficiales y de asistencia social, asimismo, cumple con la función ideológica de promover la familia tradicional mexicana.
Poco se ha escrito sobre ellas, Sara Sefchovich en la Suerte de la Consorte; Alicia Aguilar en Primeras Damas, las ausentes presentes; y recientemente Francisco Cruz publicó Las Damas del Poder. La bibliografía y su estudio, es casi nulo, no obstante, debe ser replanteado ya que es un tema interesante como ciudadanos y como cuentistas sociales.
Desde 1934-2023 ha habido 14 esposas de mandatarios que habitaron Los Pinos y solo 1 en Palacio Nacional. De todas estas mujeres, solo dos de ellas han omitido el título de Primera Dama, María Esther Zuño de Echeverría (1970-1976) y Beatriz Gutiérrez Muller. La señora Echeverría optó porque se le llamara la Compañera, en alusión a su trabajo de grandes obras sociales y enaltecimiento de lo mexicano. Mientras que Gutiérrez Muller condenó este cargo al considerar que hace distinciones entre las mujeres y que todas son damas de primera.
La esposa del presidente cumple un papel ideológico dependiendo del momento político que el país atraviesa, por ejemplo, hay Primeras Damas quienes se caracterizaron por el respaldo a la política de sus esposos. Amalia Solórzano de Cárdenas cuando en 1938, durante la Expropiación Petrolera donó joyas para que pudiera pagar la deuda, enviando un mensaje de nacionalismo y unidad nacional. También Eva Sámano de López Mateos (1958-1964), conocida como la Maestra de México debido a su labor por la educación, inaugurando escuelas, promoviendo los desayunos escolares e impulsando campañas de alfabetización.
Algunas otras han tenido perfiles más bajos, pero vivieron momentos de tensión política y social como Soledad Orozco de Ávila Camacho (1940-1946) quien presenció cómo México entró a la Segunda Guerra Mundial; Beatriz Velasco de Alemán (1946-1952) fue la esposa del primer presidente civil durante el periodo posrevolucionario cuando los generales se retiraron de la presidencia; Guadalupe Borja de Díaz Ordaz (1964-1970) vivió la turbulenta década de los años sesenta que estuvo marcada por los hechos de Tlatelolco 1968; o Paloma Cordero de la Madrid (1982-1988) quien presenció el terremoto de 1985 que paralizó al país.
Todas ellas representaron la imagen de la mujer a lado de su esposo, abnegada y reafirmaron la imagen como compañera sin voz, sin voto y dedicada a su hogar. Históricamente esta ha sido la visión hegemónica de México, un país machista el cual poco a poco ha intentado romper con la brecha de desigualdad. Las Primeras Damas mencionadas con anterioridad, se limitaron a la aparición en actos protocolarios y su labor social estuvo reducida a la promoción de la familia tradicional.
Por otro lado, hay esposas de presidentes que se caracterizaron por su estilo, ambiciones sociales y hasta escándalos de corrupción. María Izaguirre de Ruíz Cortines (1952-1958) era conocida por su afición a los juegos de canasta con la burguesía mexicana, de acuerdo con Guadalupe Loaeza en su texto Los de Arriba, la esposa del presidente era aficionada a los vestidos de diseñador y abrigos de mink; sin embargo, hay un pasaje histórico de la que fue protagonista y que poco se le reconoce y es que fue la primera mujer que votó en 1953 cuando se les reconocieron los derechos políticos.
Asimismo, Carmen Romano de López Portillo (1976-1982) era conocida por su afición a la música y su hazaña de haber tocado la canción de los changuitos, en el piano que perteneció a Amadeus Mozart. La afición a la música llegó al punto de que en todos los viajes siempre era acompañada por su piano Steinweig. Dentro de esta categoría, también encontramos a Angélica Rivera de Peña (2012-2018) conocida por haber sido protagonista de telenovelas y ya durante el sexenio de su esposo, cuando se descubrió La Casa Blanca, la cual fue uno de los escándalos más grandes del gobierno peñanietista.
Por último, ya durante la época democrática de México existe otra categoría de Primeras Damas, quienes quisieron ocupar la presidencia de México. Martha Sahgún de Fox (2001-2006) aspiraba a suceder a su esposo en el máximo cargo del país, conocida por su fundación Vamos México. Sus deseos se vieron mermados cuando en 2004, en una entrevista para El Universal, Vicente Fox declaró que al terminar su sexenio se retirarían al rancho San Cristóbal.
Luego, Margarita Zavala de Calderón (2006-2012), conocida por tener una trayectoria propia dentro de la política como legisladora, fue construyendo su candidatura presidencial para el 2018. En 2017, dejó Acción Nacional al inconformarse con el método establecido por Ricardo Anaya, entonces presidente del albiazul y se postuló como candidata independiente, pero luego se retiró.
En estos últimos dos casos, representan una materialización de los anhelos de la mujer por incursionar en la vida pública. Hablan de un avance en la lucha por la defensa de sus derechos, pero sobre todo por no quedar relegadas a la figura de su esposo. Buscar convertirse en la primera presidenta no es cosa menor, ya que es enfrentar acuerdos cupulares, machismo y menosprecio, sin ignorar los aciertos y errores, es un hecho importante el cual se avoca a los nuevos tiempos que México vivió desde su democratización.
En este breve recuento, las Primeras Damas son figuras que han sido relegadas a un acto protocolario o incluso menospreciado, empero, en cada uno de los casos todas estas mujeres influyeron en mayor o menor medida ya sea a través de su participación social o política y económicamente. Las esposas de los presidentes también deben ser objeto de transparencia y estudio no solo a los ojos de la ciudadanía, sino de la academia y considerarlas como actoras políticas que juegan un papel relevante en el tablero de las decisiones políticas.
Sebastián Godínez Rivera
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
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