Barrera Tyszka, mirar al suicidio

Por: Mauricio Flores

Alberto Barrera Tyszka (1960) es un narrador venezolano, avecindado hace ya varios años en nuestro país, y de no muchas novelas, aunque sí agradecidas y recordadas por sus lectores que poco saben acerca de su buen desenvolvimiento en la escritura de guiones para telenovelas (otra obra a reseñar).

En dos de las primeras, La enfermedad y Patria o muerte, que le merecieron los premios Herralde y Tusquets, en un rango de diez años, el autor recrea básicamente temas y personajes cercanos a la enfermedad y la muerte. Hechos de vida y de lenguaje, también ahora exaltados en El fin de la tristeza, de reciente circulación.

(Cierto –reconoce el escritor ante la prensa–, las obsesiones nos definen. Hay temas que circulan en todo lo que escribo, además está mi relación con mi país y mi familia. En la novela todo está arropado por una pregunta: ¿qué es lo real?, ¿hasta qué punto podemos percibir o no lo que ocurre en nuestra relación con los otros?).

De entre los atributos de esta nueva novela habrá que destacar la manera, transparente y convincente, lejano todo ánimo educativo, con la que Barrera Tyszka aborda el suicidio. Esa propia voluntad de ponerle fin a la existencia, a la de uno, que se conoce desde la aparición del ser humano en la tierra.

Aquí, en El fin de la tristeza, las cosas se complican (toda buena novela nos lleva a ello) al descubrirle al lector la existencia de ciertas personas que han decidido quitarse la vida. Qué las une… Sus previos tratamientos psiquiátricos con la doctora Elena Villalba, a la vez tratante de Gabriel, al tiempo narrador de esta historia.

Aunque pensándolo bien (no hay que desesperarse buscando explicaciones que quizás no existen. La mayoría de las cosas que suceden en la vida no tienen una causa clara ni un origen coherente. La lógica sólo es una ficción) la nueva novela del escritor venezolano pueda ser una incursión en el thriller.

Invitación al suicidio

Así avanza esta novela. Entre las preocupaciones cotidianas de Gabriel, a quien se le revela la existencia de una mujer (Inés) en su aburrida vida, y un círculo que se cierra responsabilizando a Villalba. Un delito el que se le imputa: inducción al suicidio, y tipificado en los códigos penales hace mucho tiempo.

Llegarán entonces la investigación (dos policías de corriente actuación), el sensacionalismo de los medios de información (¡Doctora Suicidio!), la reclusión (ninguna cárcel es realmente pasajera) y la soledad del personaje-narrador (la paranoia no hace daño. A veces puede salvarnos).

La verdadera intención de Gabriel, el protagonista de El fin de la tristeza:

…no soy un héroe. Ni siquiera soy un hombre de acción. Tampoco quiero serlo. No me interesa luchar contra nada. Sólo soy una persona a la que no le gusta la historia en la que se encuentra. Lo único que quiero es regresar a mi vida sin realidad, a mi vida anónima y maravillosamente insustancial.

Puesto de lo que realmente se trata en la novela, como en toda la literatura, es de acabar con la tristeza.

(Otras novelas del autor: También el corazón es un descuido, Rating, Mujeres que matan).

Alberto Barrera Tyszka, El fin de la tristeza, RandomHouse, México, 2024, 208 pp.

@mauflos