Roberto Cantoral, detenido en el tiempo

Por: Mauricio Flores

Podrán no gustarnos el huapango, el bolero o la balada, expresiones musicales de nuestra dilatada contemporaneidad, pero al interior de las mismas existe un compositor (e intérprete) que logró imprimirles niveles de excelencia al grado que permanecen en la banda sonora de esta entelequia llamada México.

Se trata del tamaulipeco Roberto Cantoral (1930-2010), de quien acaba de publicarse una biografía novelada pergeñada por su hijo, Roberto Cantoral Zucchi, Detén el tiempo en tus manos, que además de recorrido por la fructífera vida profesional (y hasta sentimental) del músico, es un viaje al país de idas décadas ahora evocadas.

Doble acierto de Cantoral Zucchi, politólogo de profesión, pues su libro engancha desde el comienzo al lector(a) que descubre, a un mismo tiempo, las dificultades y especificidades que llevaron a su padre a forjar una carrera artística y gremial de innegable reconocimiento y las intimidades que lo fueron definiendo como ser humano.

¿Quién fue Roberto Cantoral?, se pregunta el editor de Detén el tiempo en tus manos y con él quienes decidan adentrarse en la lectura.

Un joven que rápido, aún en la llamada provincia mexicana, comenzó a destacar como integrante de grupos de música tradicional (huapango) para saltar al bolero (ya en la Ciudad de México) y de ahí a la balada. Sin duda el constructor de un puente entre ambos géneros, y por tanto verdadero innovador.

En las cinco décadas de ejercicio profesional, Cantoral compuso alrededor de 300 canciones, unas menos conocidas que otras, pero obligadamente recordadas algunas como El reloj, La barca, Regálame esta noche, El triste, Al final.

Dos de ellas, El reloj y La barca, escritas en ¡una misma! jornada de depresión sentimental, revela el autor de Detén el tiempo…, estas canciones van a ser un verdadero trancazo, vaticinó entonces Cantoral.

Anteceden a estos años de esplendor los tiempos en los que Cantoral formó parte de tríos de renombre y su paso por la noche del Distrito Federal, misma que se prolongaría años después. Había muchas opciones para divertirse, lo mismo en las calles del centro que en las colonias aledañas… Se cantaba en todas partes….

Conocedor de las fuentes de información requeridas para la obtención de una biografía cabal (en tanto personaje cercanísimo), Cantoral Zucchi desdobla en Detén el tiempo…pasajes ciertamente políticamente incorrectos, al develar anécdotas poco conocidas o incluso inéditas.

Como la que nos cuenta el altercado entre Los Tres Caballeros y el hijo de un expresidente de México que los contrató para una fiesta particular.

Vámonos, hermano

Mientras cantaban, le gente no los escuchaba, escribe Cantoral Zucchi, unos conversaban a gritos y otros ya tenían el efecto del alcohol. Roberto no estaba de buenas esa noche y no le gustó lo que estaba sucediendo. Les dijo a sus compañeros que guardaran las guitarras porque se largaban del lugar. Chamín [Correa] le replicó: «podemos tener un serio problema, no debemos irnos así, nos contrató una persona muy influyente». Roberto le contestó «me vale madres, vámonos, hermano, no nos pueden tratar así».

El desenlace lo descubriremos líneas adelante.

O una más, donde se recuerda el poder político que la prensa tenía por aquellos años.

Cantoral, unas deudas económicas no aclaradas de por medio, ingresó por primera, y única vez, a prisión. Su entonces esposa, Itatí Iris Zucchi, recordó la amistad que tenía el matrimonio con José Pagés Llergo, dueño de la revista Siempre!.

Itatí llegó a la oficina del periodista y pidió hablar urgentemente con él… Ella le explicó la situación… En ese momento, Pepe descolgó el teléfono y le habló directamente al presidente Gustavo Díaz Ordaz. «¿Sabe usted a quién tienen en la cárcel, señor presidente? Nada más y nada menos que a Roberto Cantoral, uno de los compositores más reconocidos de México. Le pido su intervención…» Itatí se quedó sorprendida la forma en que Pagés le hablaba al primer mandatario.

Presidente, en este momento va la esposa de Cantoral a recogerlo a donde lo tienen preso, se lo encargo mucho. Colgó el teléfono y le dijo a Itatí: «vete ya por él, lo van a dejar libre». Dicho y hecho, cuando llegó a la penitenciaría, Roberto ya la estaba esperando.

Explorar temas

Vendría después la etapa de baladista, ya en otro contexto nacional, que bien explica el autor de Detén el tiempo… México ya había vivido el 68, el año que ensangrentó a la nación con la muerte de un número todavía no conocido de estudiantes… Los jóvenes pugnaban por espacios de expresión y participación en un país al que todavía no llegaba la democracia electoral. Ese contexto llevó a Cantoral a explorar los temas de mensaje que despertaban cada vez mayor interés en los países latinoamericanos.

Finalmente, Cantoral Zucchi recuenta la vida de un compositor entregado a la defensa de los derechos de sus pares, hasta entonces desprovistos de un organismo que los aglutinara de cara a los intereses económicos de sus contratantes: empresas, compañías, asociaciones, cámaras y autoridades de gobierno.

Una cita del propio Cantoral resume ésta, la última faceta de su vida:

…el compositor debe alcanzar una vida digna en el ejercicio de su profesión. Para lograrlo es necesario luchar juntos en la defensa de lo que nos pertenece. El pago justo y oportuno de las regalías derivadas del derecho de autor no sólo beneficia a los compositores sino a la sociedad en general. Se trata de cumplir con un derecho humano y también de engrandecer nuestra cultura.

Este fue Roberto Cantoral, cinco décadas en el tiempo, casi sin aliento / manoteaba el tiempo / que se me escapaba, detalla su hijo en Detén el tiempo…

Roberto Cantoral Zucchi, Detén el tiempo en tus manos, Tendencias, México, 2023, 192 pp.

@mauflos