Del Palacio de Hierro al Palacio Negro de Lecumberrí

La autora retrata un país que ya no existe, cuando en los albores de la institucionalización los revolucionarios refinaron sus hábitos y cambiaron los caballos por autos. Años en los que el General Manuel Ávila Camacho gobernó el país y luego traspasó el mando al primer ejecutivo civil, Miguel Alemán Valdés. El ambiente del libro está marcado por la Segunda Guerra Mundial que forzó a la migración de varios grupos poblacionales y por otro un México que todavía no dejaba las armas en su totalidad y en el que la democracia no existía

Por: Sebastián Godínez Rivera

La semana pasada Guadalupe Loaeza presentó su más reciente obra La amante de Río Nilo en la terraza del hotel Círculo Mexicano. Su texto es un recuento de diez años (1941-1951) de México, una novela en la que la historia y el drama se abrazan para exponernos las desigualdades sociales, el machismo y el oasis en el que nuestro país se convirtió en medio de una conflagración mundial.

La autora retrata un país que ya no existe, cuando en los albores de la institucionalización los revolucionarios refinaron sus hábitos y cambiaron los caballos por autos. Años en los que el General Manuel Ávila Camacho gobernó el país y luego traspasó el mando al primer ejecutivo civil, Miguel Alemán Valdés. El ambiente del libro está marcado por la Segunda Guerra Mundial que forzó a la migración de varios grupos poblacionales y por otro un México que todavía no dejaba las armas en su totalidad y en el que la democracia no existía.

El personaje principal es Suzanne Avramow, quien se ganó el sobrenombre de la mujer mejor vestida de México, quien llegó a nuestro país para refugiarse del nazismo que se extendió por Europa continental. Sussy no hablaba casi nada de español y al llegar a un país que no conocía, tenía que empezar de nuevo puesto que dejó atrás a su novio y familiares. Su drama se profundiza cuando se casa con el burgués Paul Antebi, un empresario que sobreponía su avaricia y los negocios a su esposa.

El matrimonio entre Sussy y Paul abre la puerta a una serie de conflictos, engaños y traiciones que hicieron que la protagonista pasara de ser totalmente Palacio a habitar el Palacio Negro de Lecumberrí, como lo expresó la autora del libro. La historia cobra un giro inesperado cuando Antebi le pide a Robert, quien le debe dinero de una apuesta, que seduzca a su esposa para así divorciarse. Sin embargo, esta maniobra es gestada debido a que se casaron por bienes mancomunados, con esta acción Antebi reforzó que sus únicos amores son el dinero y las propiedades.

En esa época la infidelidad solo estaba penada para la mujer y no para el hombre, quien en ese entonces era el dueño de la esposa, sin duda una visión muy machista y opresiva de lo que era la relación marital. Mientras Sussy va de tribunal en tribunal, presente en audiencias y buscando comprobar su inocencia, Loaeza Tovar recrea una ambientación política del Palacio Negro de Lecumberri,  que fue la cárcel por excelencia del gobierno para encerrar a artistas, líderes sociales y opositores al régimen.

A lo largo de las páginas aparecen personajes de la farándula como María Félix y Agustín Lara quienes constantemente viajaban a Acapulco (a la costera Miguel Alemán) que era símbolo no solo del poder artístico, sino político. También figuran Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines y Fernando Casas Alemán quienes en los albores de la modernización y el American way of life se enredaban en la corrupción y los negocios del México de los años cincuenta.

Mientras Sussy convive con personajes como la pintora Frida Kahlo y el muralista Diego Rivera, cuenta las disputas entre David Alfaro Siqueiros y León Trotsky que huyó de la Unión Soviética porque Stalin quería asesinarlo. Loaeza rescata los escenarios y personajes que convivieron alrededor de la protagonista. Incluso hace una monografía de cómo era la vida de la burguesía mexicana en esos años y que me remite a su libro Los de arriba.

Los bailes en el Jockey Club, las cenas en Ciro´s y avenida Paseo de la Reforma; los estilos decorativos de la naciente burguesía mexicana y las expresiones en francés eran parte del lenguaje y de las familias más acaudaladas que luego darían paso a Las Niñas Bien. El libro atrapa al lector desde las primeras páginas, pero sin duda la avaricia y las traiciones son el motor de este nuevo texto (yo lo terminé en 2 días).

Uno de los elementos que más atrapa al lector, es la trama de la infidelidad que sigue presente en nuestra sociedad, pero que ya no está penada. Al leer el texto me recordó a otros casos de personajes históricos como la pareja presidencial de Jacqueline Bouvier y John F. Kennedy, quien constantemente le era infiel a la Primera Dama; o a las amantes del ex presidente galo Jacques Chirac que durante décadas engañó a su esposa Bernadette Chicar; o los deslices amorosos del ex mandatario Francois Mitterrand por mencionar algunos. Sin duda, la forma de escribir de Guadalupe Loaeza y la puntualidad de los eventos históricos en el libro brindan una claridad al lector. No es solo una novela sino también una máquina del tiempo que nos remite al México post caudillista. Las líneas a lo largo del ejemplar son un deleite para las y los lectores que disfrutan del drama, la historia y el romance. Asimismo, es un testimonio que muestra cómo las relaciones de México-Bulgaria se fortalecieron durante la Segunda Guerra Mundial, la historia de Sussy es una de las mejor documentadas de las que se tiene registro.

Sebastián Godínez Rivera

Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx y conductor del programa de radio Café, política y algo más.

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